Al público valenciano le gustan las fiestas. Y si están bien, le son fieles. La Entrada Mora y Cristiana ha ido creciendo de forma exponencial en los últimos años y una tradición que no estaba arraigada en la ciudad -salvo admirables iniciativas que se mantuvieron cuando interesaban menos- ahora ya es una cita grande. el recorrido (Paz, San Vicente, Ayuntamiento, a escaso metros de la tensión de las manifestaciones vespertinas) estaba repleto de gente. Tan sólo le puede superar la Cabalgata de Reyes. Los desfiles falleros, el de la Gran Fira y otras manifestaiciones similares están muy lejos en aforo. A pesar de que su larga duración (cuatro horas y media) hizo que no todo el mundo se quedara hasta el final. Posiblemente el pero que se le puede poner no es la duración, sino el exceso de espacio entre una comparsa y otra, que hizo el desfile ligeramente tedioso. Una Entrada sin parones dura las horas que haga falta y el tiempo pasa rápido.

Es el asociacionismo fallero el que pone gran parte del contingente, no como comisiones, sino integrados en las comparsas. Un desfile con caras conocidas que va a más. Pepa Prats, presidenta de la Unión Nacional de Entidades Festeras, presente en el acto, aseguraba que «hay detalles que hay que corregir, pero el festejo está muy bien. Hay participantes qu eno tienen controlados los pasos, pero eso se corrige a base de ensayos, como hacemos, por ejemplo, en Cocentaina. Hay calidad: maquillaje perfecto, vestuarios buenos...». Una buena nota para seguir creciendo en la última gran aportación al calendario festivo.