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Originalidad

El nuevo lenguaje en las lápidas del siglo XXI

La modernidad ha traído a la cultura funeraria nuevos mensajes en una revisión del Romanticismo que impregna las tumbas decimonónicas

El nuevo lenguaje en las lápidas del siglo XXI

¿Qué pensará, dentro de cien o ciento veinticinco años, un visitante del Cementerio General de València, cuando lea los epitafios que se escriben en las lápidas contemporáneas? Posiblemente la misma perplejidad que causan actualmente los mensajes de las tumbas decimonónicas. Aquellas que, impregnadas por el Romanticismo, incluyen pomposas relaciones de los méritos académicos o militares de los finados, bustos esculpidos manualmente en bajorrelieve, mensajes de dolor desgarrador, relojes que señalan la hora del fallecimiento, figuras afligidas. Señales, frases e ideas que, ahora mismo, nos sorprenden por anacrónicas, pero que eran naturales en aquel oscuro tiempo.

Seguramente, dentro de cuatro o cinco generaciones sorprenderá de la misma manera ver apodos, imágenes del finado sosteniendo una paella o jugando al ajedrez, largas poesías o retratos ocupando buena parte de la lápida. Los tiempos cambian. Basta con, por ejemplo, echar un vistazo a los columbarios para encontrar un tratado de literatura funeraria contemporánea en la que la letra y la imagen se reformulan. Nuevos tiempos después de muchas décadas en las que el «no te olvidan» siempre ha sido la expresión al uso. Los fallecidos del siglo XXI dejan otros legados a ojos del observador, aunque éste lo sea dentro de un siglo o un siglo y medio.

Sólo hay una cosa que no cambia, pero que se entreteje entre letras e imágenes: el dolor. Es el mismo. Ahora, los buscadores permiten introducir los nombres y encontramos jóvenes fallecidos por atropellos que fueron fugaz noticia; personas a las que en un blog se les hizo una dedicatoria por pertenecer a un club o una asociación de algo o personas a las que conocimos por un crimen violento o personas conocidas que, simplemente, cumplieron su ciclo vital.

Las lápidas han ganado en una originalidad que cobrará valor con el paso del tiempo. Entre las lápidas se puede encontrar el pequeño nicho (todos son de pequeño tamaño) donde están las cenizas de un matrimonio importante: la periodista Olga Real y el doctor y meteorólogo Luis Celda. El adorno es un dibujo dedicado por Antonio Mingote con una pareja: él, con una veleta en la mano y ella, subida a un árbol haciendo viento con un fuelle.

Botones, pegatinas...

Ahora, en las lápidas se pueden encontrar botones de patchwork con forma de golosinas sonrientes. O pegatinas en forma de corazón.

Las nuevas técnicas informáticas permiten aplicar imágenes impensables durante décadas, en las que apenas se esculpían letras y se engastaba una foto. Ahora es la propia imagen del fallecido la que se escanea y se graba con el plóter. Cabezas de caballo, barcos, cañas de pescar, pentagramas, espigas, motocicletas, camiones... dan una idea de las aficiones o pasiones. A la que hay que añadir un icono muchas veces repetido: el escudo del Valencia CF o el del Levante UD. Otros demuestran la pasión en primera persona: la mujer de la paella, el jugador de ajedrez (es José Coret, Maestro FIDE y siete veces campeón de València) o el motorista ("Hasta siempre, campeón").

La lírica también está más enriquecida. El "no te olvidan" sigue siendo la expresión más recurrente, aunque el más contemporáneo "quererte fue fácil, olvidarte imposible" también dice mucho en muy poco. Pero ahora las poesías, los versos libres o la prosa es más variada y dice más cosas de aquel, aquella o aquellos cuyo recuerdo, aunque nos pese, se irá diluyendo con el paso del tiempo y las generaciones. "Vuelve a tocarnos una canción para alegrarnos el corazón", "Cabalga en libertad, como los caballos que tu dibujaste", "La música celestial sonará siempre para ti", "Entregados esposos, padres ejemplares, bondad que vivirá eternamente en el bien que han dejado atrás", "Poeta, pintor, padre y abuelo excelente", "Los pájaros no pueden ser enjaulados porque su amor es demasiado grande para guardarlo" son algunos de los recuerdos que pueden leerse.

"Te queremos, Chiquitín" es la forma de recordar a Raimundo, fallecido a los 85 años. Ternura absoluta. Y dolor inmenso con la joven Bea, víctima inocente de una colisión de tráfico: "En una casa es tan transparente la ausencia que yo sin vida os veré vivir y si sufrís, me moriré otra vez". O como a Noelia, de la que se narra en poesía su ausencia de una Escuela Taller tras ser atropellada.

En la tumba de Salvador se esculpe la estrofa más desgarradora de la ópera 'Pagliacci' ("Muda en pantomimas la congoja y el llanto, en una mueca los sollozos y el dolor. ¡Ah!, ¡Ríe, Payaso, sobre tu amor despedazado!").

No todas las muertes se expresan igual. En la lápida de Rafa se ha grabado un dibujo de Groucho Marx y la misma frase que adorna su tumba: "Disculpe que no me levante". Hay otras que describen una vida completa, aunque el significado sólo lo conocen los que saben: "Viví como me dejaron y he muerto como me ha dado la gana. Un 18".

Hasta abreviaturas de wasap

Las nuevas tumbas también muestran los nuevos tiempos sin fronteras. Ahora hay mármoles con caracteres cirílicos u orientales, para aquellos rusos o chinos que fallecieron muy lejos de casa. Como la querida Diole que "De tierras portuguesas, como un hermoso fado nació una bella princesa aquí en València". Y hasta se incluyen expresiones en el lenguaje del wasap: "TQMX"

Y un aspecto que, tradicionalmente, ha estado ausente del lenguaje funerario: "Et recordarem sempre". El valenciano.

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