Con la llegada del otoño y con las terrazas veraniegas recogiendo las hamacas, el ocio nocturno en València se reorganiza. La oferta varía según cada local, pero casi todas concentran su actividad de jueves a domingo. Desde la Federación de Ocio, Turismo, Juego, Actividades Recreativas e Industrias Afines de la Comunidad Valenciana (FOTUR), su secretario, Juanjo Carbonell, asegura que la noche en València «funciona muy bien».

Los locales se reparten por toda la ciudad, y según la época del año repunta un barrio y desciende otro. En verano, Carbonell apunta a que el puerto es la zona que aglutina la mayor parte de las personas que buscan pasarlo bien, con lugares de moda como Marina Beach.

«Ahora Russafa es la zona de más apogeo los fines de semana», afirma Kike Sacristán, presidente de la Asociación de Empresarios de Salas de Fiesta, Baile y Discotecas. Apunta a locales como Nylon, Play o Piccadilly, ambos en el corazón del barrio valenciano y con un público de 20 a 30 años.

Sin embargo, Sacristán lamenta que el ocio nocturno, pese a que sigue funcionando, «está tocado».

Lo atribuye a una dura competencia entre los propios locales, y esto degenera mucho el ambiente. «Ya no existe la cultura de club», y hace referencia a los tiempos en que las discotecas tenían una apuesta firme por traer a artistas internacionales y cederles sus cabinas de música. «Lo que más vende ahora es el reggaeton, la música más comercial», asegura Sacristán, quien señala a Indiana como una de las discotecas que más jóvenes está recibiendo en las últimas semanas. La mítica discoteca de la calle San Vicente congrega a tantas personas como Le Premier o Comittee, clubs muy concurridos y en pleno auge. Ambas se caracterizan por estar frecuentadas por un público con perfil más universitario y joven.

«En comparación con años anteriores, la oferta nocturna en València es bastante floja», señala José Ruiz, miembro de la promotora de eventos Ziur. Lamenta que hace diez años había un amplio abanico de discotecas con mucha más variedad de ambientes y géneros musicales.

Ahora, tres lugares influyentes en la ciudad han bajado la persiana. El exceso de ruido y las protestas vecinales por botellón llevaron a Mya y Umbracle, dos discotecas en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, a cerrar temporalmente hasta que acondicionaran los equipos musicales y los adaptaran a los requerimientos de la ley municipal. Podrán abrir de nuevo cuando los decibelios se ajusten a lo establecido.

En el caso de Akuarela, un incendio a finales de agosto, durante unas tareas de mantenimiento, obligó a cerrar el local hasta su reparación.

Con estas tres salas en jaque, Ruiz asegura que la oferta disminuye: «En estos últimos meses hay iniciativas de música de calidad, pero de forma menos notable que hace algunos años».

Los estilos que aún viven

Ruiz relata por qué nació Ziur, una promotora que organiza una fiesta con el mismo nombre especializada en el Techno. «Supone una alternativa en un mercado donde priman las salas con música comercial», muy demandadas por el público. Este tipo de música suena habitualmente en la radio y son fáciles de conseguir en cualquier plataforma musical.

De la misma forma se desmarca Mussa Real, fundador de Aktiv Agency, que gestiona el espacio musical de la discoteca Cream. Se encuentra en el barrio de la Cruz Cubierta y se posiciona como una opción de música urbana. Aquí converge el hip hop, la música francesa y holandesa con influencia africana y el R&B. «Se detecta mucho movimiento en las discotecas, y en el caso de Cream, este año estamos a pleno rendimiento», señala Real, quien asegura que la clausura de Mya ha contribuido a llenar otros locales de la ciudad. «En la sala cabían unas 2.500 personas que ahora se han reubicado por todos los clubs de València», añade.

En Cream hay un total de 30 mesas destinadas a los clientes VIP, aquellos que pagan un precio muy por encima de la entrada corriente por disponer de una mesa y una botella de alcohol. El precio de las botellas oscila entre los 120 y los 300 euros, según la bebida y la ubicación de la mesa, que puede estar en uno de los tres espacios VIP que la sala dispone. Real expone que todos los fines de semana estas mesas están reservadas, y resalta la predisposición de los clientes a pagar este servicio.

Todos los profesionales del sector nocturno están de acuerdo en que la calidad musical ha de estar asegurada. La apuesta por disc-jockeys de alto nivel es una máxima en Cream, pero también en La3, una discoteca que se ha mantenido con el mismo nombre y con el mismo estilo desde hace ocho años. Se sitúa fuera del centro de la ciudad, y está ubicada a pocos pasos de la Marina de València. El director artístico de la sala, David López, asegura que la afluencia de personas ha oscilado según el año, pero ahora se encuentran en un buen momento. «El público se mueve, se atreve a cambiar de discotecas si lo que ofreces es bueno», resalta.

El estilo musical de la sala varía según el día de la semana: los viernes, los más jóvenes reclaman «trap», un estilo musical que mezcla el rap con la electrónica.

Los sábados, un público más adulto pide «indietrónica», canciones de pop rock que mezclan con bases más movidas. Este mismo estilo también se encuentra en discotecas como Play, en el barrio de Russafa. Para López, resulta de vital importancia «apostar constantemente por artistas internacionales que traigan estilos nuevos y poco conocidos en València». La sorpresa es también una máxima para el colectivo The Basement. No tienen una sala física donde llevar a cabo su propuesta musical, que eligen según el tipo de fiesta que quieren realizar. Además, el lugar se da a conocer el mismo día del evento, y este ha sido uno de los elementos diferenciadores que les ha impulsado a ser una de las fiestas más en boga de la ciudad.

Álvaro Gascó es uno de los fundadores, quien asegura que la gran parte del esfuerzo va destinado a encontrar localizaciones que cumplan con las condiciones legales para celebrar una fiesta. «Si no buscas una sala de fiestas, es difícil encontrar espacios que puedan abrir hasta las 5 de la madrugada», afirma.

Con los permisos necesarios, han celebrado fiestas diurnas en los Jardines de Viveros o en la Marina de València, con el nombre de «Día de Parque» o «Día en la Marina». Apuestan por esta franja horaria donde los padres puedan pasarlo bien si quieren llevar a sus hijos, una forma de conciliar los intereses por la música sin tener que disfrutar de ella solo por la noche.

La apuesta musical de The Basement es el House, el Funky, y el Disco, estilos que rescatan de los 80. En cualquier estilo y en diversos formatos, València mantiene la reputación de tener una oferta inagotable para pasarlo bien hasta la altas horas de la madrugada.