Nadie es ajeno ya al debate de las grandes plazas del centro de València, ni tampoco al papel que está teniendo el concejal Giuseppe Grezzi en cada movimiento del tablero de ajedrez político. Sí, ajedrez político, porque todo esto no está yendo de proyectos de plazas por y para los ciudadanos como debería ser. Se trata de una apresurada y perniciosa carrera entre socios de desgobierno por minimizar plazos con el objeto de anotarse un tanto político para la posteridad, en esta legislatura. Este comportamiento es un gran y grave error de consecuencias fatales para los valencianos.

La polémica con el concurso de la Plaza de la Reina nos trajo ya un primer aviso sobre lo que nos venía encima. Los criterios urbanísticos y arquitectónicos quedaron al final en un segundo plano sobre las voluntades del «Dictador de la Movilidad». Ya les auguro que las consecuencias del caso Reina no van a quedar sólo en el largo y forzado corte al tráfico de las calles de la Paz y San Vicente, ni en carecer de un buen plan para gestionar el tráfico y los autobuses por Poeta Querol. Esta carrera perniciosa de prisas y plazos ha tenido aún un mayor eco en la Plaza del Ayuntamiento. El debate sobre ella se origina hace prácticamente un siglo y ha ido evolucionando en cada época. Ahora no tienen que venir ni Compromís ni PSPV a descubrirnos que la Plaza del Ayuntamiento, más que una plaza, parece, es y ejerce de gran rotonda. Creo que estamos todos de acuerdo, y en Ciudadanos se recogía en el programa electoral municipal de 2015, en que hay que ganar espacio de calidad para las personas en la plaza y amabilizar y vitalizar el entorno. Pero el debate no se puede centrar y limitar única y aisladamente a la movilidad en la plaza porque Grezzi quiera, puesto que el urbanismo es un concepto más integral y sus soluciones son más duraderas. La Plaza del Ayuntamiento no debe abordarse de manera aislada, debe quedar englobada dentro de un modelo integrador de «Ciudad de Plazas» y del itinerario de las cuatro grandes plazas del centro. Una Ciudad de Plazas donde éstas sean puntos clave de tránsito peatonal, de encuentro, de convivencia, esparcimiento y lugares socialmente trascendentes a través de elementos de identidad colectiva, además de favorecer el comercio y el turismo.

La Plaza del Ayuntamiento es de todas y todos, y por lo tanto, antes de que Grezzi hubiera ejercido de trepa político en público enfadando a Sarriá, deberían ambos haber traído bajo el brazo un amplio consenso político, técnico y sobre todo comercial y social. En esta carrera de las prisas por actuar en las cuatro grandes plazas del centro (Reina, Ayuntamiento, Brujas y San Agustín), en Ciudadanos también nos preocupa mucho saber cómo se va a resolver la ecuación del transporte público de superficie. Con la visión radical de Grezzi va a ser casi imposible que éste reordene la red de autobuses sin que se pierda la esencia.

No se dejen engañar, Grezzi y Sarriá son meros actores secundarios. Son peones autorizados en este tablero de ajedrez, donde Ribó (Compromís) hace de Rey negro, Sandra Gómez (PSPV) de Reina Blanca, y María Oliver (Podemos) fue eliminada antes de empezar a jugar. Y todo ello a costa del interés y bienestar de los ciudadanos.