Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Sede

Fuset duda de las alquerías y prefiere un edificio nuevo para la Junta Central Fallera

El concejal de Fiestas apunta a una parcela calificada como educativa cuyo uso ya no es necesario en el barrio, afirma

Fuset duda de las alquerías y prefiere un edificio nuevo para la Junta Central Fallera

Las alquerías del Moro y la Torre son dos espacios pendientes de uso dentro del proceso de remodelación del barrio de Ciudad Fallera. Los singulares edificios, considerados como algunos los mejores, a la vez que escasos, ejemplos del pasado agrícola de la ciudad, son candidatos a ser ocupados por la sede de la Junta Central Fallera.

Es una de las alternativas que se han planteado para el área «Parque-Huerta», que engloba lo que actualmente es el Parque de Benicalap, ambas alquerías (la de la Torre, edificio único, la del Moro, un complejo de cuatro) y las pequeñas parcelas de huerta que todavía perviven. En concreto, es la llamada «Alternativa 1», que incluiría convertir ambas alquerías en sede de la Junta Central Fallera o del Museo Fallero. Esto último está descartado, puesto que el museo se quedará en el antiguo convento de Monteolivete, ocupando la totalidad del edificio para convertirse en un museo multidisciplinar (no sólo de ninots indultados, carteles y retratos de falleras mayores). Es la sede del Organismo Autónomo Local la verdadera candidata.

Entre las ventajas que se presentan para darle «uso fallero» figura que «atraerán turismo y proyectarán una nueva imagen más acorde con el uso fallero». En la Alternativa 2 también se piensa en estos edificios protegidos como sede de Servicios Municipales.

Sin embargo, a día de hoy, el concejal Pere Fuset se muestra reticente a aprovechar estos edificios y se muestra más proclive a construir un edificio de nueva planta, una opción que podría materializarse en una parcela calificada como escolar que ya no parece hacer falta en el barrio.

La sede fallera ha ido pasando en las últimas décadas por edificios históricos. Su último cambio fue en el periodo 95-96, cuando abandonó la «llotgeta», junto al Mercado Central, para pasar al antiguo convento de Monteolivete, donde lleva ya más de 20 años.

El edil aseguró, refiriéndose a las alquerías, que «son dos edificios que aún no he visto y que, por supuesto, tengo previsto examinar. Lo que pasa es que, antes de tomar una decisión, todo tiene que seguir sus cauces. No podemos hacer la casa por el tejado. La remodelación del barrio lleva sus pasos. Ahora hay que tener en cuenta el proceso participativo y analizarlo todo».

Las alquerías formarán parte de un entorno que cambiará de arriba a abajo. En este momento, ambas sufren un abandono absoluto pero componen un complejo altamente singular, en el que la sede fallera ocuparía ambas edificaciones para satisfacer sus necesidades.

Es un entorno en el que se cumple una de las premisas básicas preliminares: plazas de aparcamiento. La sede fallera debe tener un entorno en el que puedan estacionar las docenas y docenas de falleros que, desde las siete de la tarde, acuden a trabajar. La JCF no puede estar en el centro de la ciudad. En esa zona quedará espacio diáfano de sobra.

Las dos alquerías están separados por un jardín. Ahora mismo, un caótico conjunto de árboles y matojos (hasta hay una balsa vacía), pero que, convenientemente rehabilitado, daría mucho juego para organizar eventos al aire libre. Sería, sin duda, lo mejor de la sede.

Los inmuebles disponen de dos plantas en ambos casos, como tiene el actual edificio de Monteolivete en las que se antoja que podrían tener cabida todas las necesidades. Una de las ventajas que tendría es la de poder repartir funciones y evitar situaciones incómodas actuales, como la de la escuela de «tabal i dolçaina», cuyo sonido se suele escuchar en buena parte de los pasillos. La Alquería del Moro, con cuatro edificios, permitiría el reparto de funciones.

Compartir el artículo

stats