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Excavaciones

Otra València visigoda al descubierto

Los arqueólogos localizan restos de calles, viviendas y edificios monumentales que reinterpretan las ruinas de Valencia la Vella

Otra València visigoda al descubierto

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Otra València visigoda al descubierto hortensia garcía | valència

Las campañas de excavaciones arqueológicas llevadas a cabo en los últimos dos veranos en Valencia la Vella arrojan luz sobre este poco estudiado yacimiento situado en Riba-roja,cuyas monumentales ruinas, conocidas desde el siglo XIV, han inspirado todo tipo de leyendas. Lo que durante décadas se pensó que era una plaza forticada de cronología incierta y pequeñas dimensiones, estratégicamente construida junto al río Turia y protegida por el escarpado barranco de la Cabrasa, ha resultado ser una ciudad visigoda de casi cinco hectáreas, protegida por una potente muralla con once torres, más de tres metros de altura (conservada) y casi dos de grosor; con una acrópolis monumental, tres iglesias (se han encontrado los muros de una), un palacio, espacios productivos, almacenes y zona artesanal y viviendas. Unos hallazgos que son apenas la punta del iceberg de todo lo que queda por excavar y saber de Valencia la Vella y que arrojan luz sobre la organización territorial y defensiva de la València o Valentia de época visigoda, uno de los periodos más oscuros por poco conocido de su historia.

Los interrogantes que ha planteado el conjunto arqueológico de Valencia la Vella, tanto por la monumentalidad de los restos como por la problemática de su interpretación, ha dado origen a una copiosa historiografía que arranca en los cronistas del siglo XVI. Desde Beuter (1538) hasta Danvila (1889) las alusiones e interpretaciones sobre la ciudad perdida de «Valencia la Vella» han sido variadas. Las más quiméricas han tratado de identificarlas con alguna de las ciudades mencionadas por autores clásicos, como Plutarco, entre ellas Pallancia, el lugar donde establecieron su campamento las tropas de Pompeyo.

Del interés que ha suscitado este enclave da prueba el hecho de que sea uno de los yacimientos con las referencias históricas más antiguas. La primera vez que aparece el topónimo de Valencia la Vella es en el siglo XIV, concretamente, en un documento del Consell de València de trasvase de aguas del Júcar al Turia. Un equipo de arqueólogos valencianos y catalanes coordinado por el jefe de la Sección de Arqueológica del Ayuntamiento de València, Albert Ribera, Josep Maria Macías y Miguel Rosselló han dado un vuelco a las teorías sobre Valencia la Vella.

Las excavacaciones arqueológicas que se llevaron a cabo entre 1978 y 1979, las únicas como tales que se habían hecho en Valencia la Vella hasta hace dos veranos y en las que ya participó Ribera, permitieron corregir los orígenes romanos atribuidos sin base científica al yacimiento y situarlo cronológicamente en la época visigoda, atribuyendo su fundación al rey visigodo Leovigildo.

Tras aquella excavación se concluyó que Valencia la Vella fue un asentamiento militar y defensivo, integrado en una red más amplia de defensa estratégica del territorio de Valentia. Valencia la Vella formó parte así del amplio frente defensivo que el rey Leovigildo ordenó construir en el límite («limes») de los dominios visigodos para frenar el avance de los bizantinos por el sur de Hispania.

Las exvacaciones recientes, llevadas a cabo en colaboración con el Instituto Catalán de Arqueología Clásica, dentro del proyecto de Tarraconenese, han permitido comprobar, mediante un georradar del departamento de Cartografía de la Politécnica, que el perímetro del enclave es mayor del analizado inicialmente alcanzando casi cinco hectáreas.

Los arqueólogos han sacado a la luz y limpiado nuevas partes de la muralla y los muros de varias construcciones, posiblemente viviendas, además de calles y bancales de cultivo. También se ha excavado en la acrópolis, ubicada en un punto más alto, y en una zona más baja donde se han identificado restos de otros edificios monumentales. Valencia la Vella tenía un tamaño algo más pequeño que el de otras ciudades coetáneas como Recópolis, en Guadalajara, pero era más grande que la romana Lucentum, actual Alicante.

A la luz de los nuevos hallazgos, los expertos creen que Valencia la Vella funcionó no solo como plaza fuerte en la defensa de Valentia, el centro episcopal, sino también como centro económico y administrativo con entidad propia, con un palacio y posible residencia del «dux» (el gobernador civil de la época) y no se descarta que tuviera incluso obispo propio, posiblemente arriano, una religión considerada hereje por los cristianos hispano-romanos. En el yacimiento se ha encontrado abundante cerámica, como vasos de Túnez y Palestina que evidencian el carácter comercial de esta ciudad.

Se sabe que la ciudad estuvo habitada durante apenas un siglo y medio (desde el año 570 d.d.C. hasta el 700) y no han aparecido vestigios arqueológicos de una desocupación violenta. La hipótesis que se baraja es que los árabes obligaron a sus habitantes a abandonar la ciudad y derruir sus murallas para asentarse en zonas más expuestas y controlables ante eventuales sublevaciones, como el Pla de Nadal, otro enclave arqueológico visigodo, ubicado a poca distancia de Valencia la Vella, donde se han recuperado las ruinas de un imponente palacio visigodo construido por Teodomiro, un importante miembro de la aristocracia visigoda valenciana.

De las novedades en la investigación de Valencia la Vella y los hallazgos de la última campaña de excavaciones se dio cuenta en las II Jornadas Internacionales de Arqueología organizadas los pasados 8, 9 y 10 de noviembre por el Ayuntamiento de Riba-roja, en las que se puso en común el análisis arqueológico de los nuevos asentamientos urbanos y pseudourbanos edificados en la época visigótica en Hispania.

Aunque las agresiones y expolios que ha sufrido el yacimiento, el más grave la destrucción en los años 70 de la muralla para conseguir materiales de relleno en la construcción de una línea ferroviaria cuando las excavadores derribaron parte del recinto amurallado en la zona norte, han supuesto una pérdida inestimable de información, los expertos coinciden en señalar la importancia de dar continuidad a la labor de investigación en este conjunto arqueológico excepcional y clave para ahondar en el conocimiento de la València visigoda.

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