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Los contrastes de la ciudad

Una peatonalización con más de 80 años

Goerlich convirtió en 1935 el Pont de la Mar en un paso exclusivo para viandantes - La Alameda cuenta con 13 carriles para circular o aparcar

Una peatonalización con más de 80 años

Del Pont de la Mar se tiene ya constancia en el siglo XIV, como un paso de madera sobre el río Turia que a duras penas soportaba las repentinas crecidas. La ciudad fue creciendo y este puente fue ganando en importancia, hasta convertirse en vital para llegar la playa, el puerto y Poble Nou de la Mar (hoy el Cabanyal). Así, hacia 1425 se le dotó de una estructura más robusta que, sin embargo, tampoco aguantó la fuerza del agua. En 1591 se encargó a Francesc Figueroa el proyecto de construcción de una estructura de piedra con 10 arcos abovedados, que es la que ha llegado hasta nuestros días, aunque después de sufrir varias actualizaciones.

A finales del siglo XIX, con la reurbanización de la Alameda, el Pont de la Mar cada vez soportaba más tráfico, incluso el paso del tranvía, por lo que las autoridades valencianas se plantearon levantar un nuevo paso (el de Aragón), que en 1926 ya estaba listo y liberó del paso de vehículos el histórico puente.

Javier Goerlich, arquitecto mayor de València desde 1931, fue el encargado de peatonalizar el Pont de la Mar y ser pionero en aquello de «recuperar espacios de calidad» para la ciudad. Construyó las actuales escalinatas en 1932 y en1935 estaba ya terminada su completa reforma. Desde entonces es un fantástico eje para viandantes que une la plaza América con la Alameda.

Lo malo es que la Alameda fue pervirtiendo sus usos hasta convertirse en lo que es hoy en día, es decir, una plataforma de 2,5 kilómetros de larga en la que el espacio para el vehículo es la dominante. Encontramos nada menos que 13 carriles asfaltados, ocho de los cuales son para la circulación de vehículos y otros cinco para el aparcamiento (tres en batería). Total, que el viandante se ha de refugiar en las alameditas de los lados. El gobierno actual se marcó en el horizonte intervenir y dignificar este espacio. Esperemos que la intención no se pierda en el tiempo.

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