Desde que se activó la Operación Frío de este invierno el pasado viernes 1 de diciembre, la Policía Local de València ha atendido a un total de 64 personas sin hogar para intentar trasladarlas a algunos de los albergues con los que cuenta la ciudad. A pesar del dispositivo puesto en marcha por la Delegación de Servicios Sociales del Ayuntamiento de València, en coordinación con la patrulla X-4, la Unidad de Convivencia y Seguridad (UCOS) y los Servicios de atención a las urgencias sociales (Sauss), la mayoría de los "sin techo" rechazan su traslado a los refugios y solo aceptan mantas o sacos para combatir el frío a la intemperie.

El Ayuntamiento de València asegura que cuenta con todos los recursos activos para ayudar a las personas sin hogar -unas 400 censadas en toda la ciudad-, pero aproximadamente la mitad se niegan a abandonar su vida en la calle o, al menos, pasar las noches a refugio. Por ello es habitual encontrar en la ciudad a «sin techo» al raso al anochecer. En uno de los miradores del Pont de Fusta dos personas se han construido una pequeña cabaña con cartones y carros de supermercado, aprovechando que la madera ofrece mejor cobijo que el hormigón. Otros prefieren buscar pequeños huecos bajo los puentes, y algunos han podido conseguir una tienda de campaña para pernoctar. Incluso en la zona ajardina frente al Hospital General se han visto asentamientos. Los más habituales, sin embargo, se concentran en el barrio de Velluters (El Pilar), en los que se aprovechan garajes sin usar, espacios cerrados con cajeros automáticos o parques.

Pero el rechazo de las personas sin hogar a recibir asistencia es habitual. Por ejemplo, el pasado fin de semana, cuando se atendió a 37 personas, una quincena no quiso ayuda. Cinco de ellas fueron alojadas en un albergue y otra, en un piso municipal. Unos 15 sin techo aceptaron mantas y otros 11 recibieron un saco.

Un centro integral necesario

Muchas de las personas que viven en la calle están aquejados de enfermedades crónicas o sufren problemas mentales. Por eso para la delegación de Bienestar Social es prioritario dotar a la ciudad de un centro integran para las personas sin hogar, en el que no solo se les ofrezca refugio, sino también atención activa, con programas de reinserción y tratamiento específico.

Como adelantó Levante-EMV, esa la razón por la que Bienestar Social ha pedido la adscripción de un nuevo edificio-pasaje que se va a construir en un solar de propiedad municipal que recae a Guillem de Castro y la plaza del Pilar. El proyecto ya se encuentra en fase de licitación, se hará con cargo al Plan Confianza de la Generalitat, tiene un presupuesto de 2.792.000 euros y estará terminado en 2019.

Este centro integral para personas sin hogar dispondrá de unas 30 plazas y todo tipo de asistencias, desde un centro de salud mental, un espacio residencial para personas sin techo afectadas por alguna patología mental, drogodependencia o alcoholismo, una zona de descanso con aseo diario, lavandería, guardaobjetos, atención social, y sala de esparcimiento.

Temperatura en aumento

Por otra parte, el largo episodio de noches gélidas que está viviendo València se prolongará, al menos, hasta el próximo domingo 10 de diciembre, cuando el mercurio recuperará los valores mínimos de hace diez días, en torno a los 8 grados. Sin embargo, se espera que a partir del viernes ya se note el aumento de temperatura, pasando de los cuatro grados a los seis. Anoche la cifra mínima fue de 5º, aunque la sensación térmica era de 3 grados. El récord de estos días se situó en 3,4 grados medidos por Aemet en la estación de Viveros a las seis de la mañana del pasado lunes.

Una pequeña chabola en uno de los miradores del Pont de Fusta

Marleni Latorre, de Turís (43 años) y Illia Mitchef, de Bulgaria (60) se han instalado en el mirador del Pont de Fusta. Han acondicionado una pequeña chabola con mantas, alfombras y un colchón. Confían que el ayuntamiento les proporcione un piso para poder vivir y mientras tanto mendigan en el puente junto a las Torres de Serranos. Soportan el frío con una manta y duermen acurrucados entre los carros donde llevan sus enseres. Los viandantes "se portan bien" con ellos y son generosos. La Policía no les ha molestado aunque creen que les harán desalojar pronto.