El centro educativo de la ciudad de València, Inmaculado Corazón de María, organizó ayer una comida de Navidad a la que acudieron cerca de 300 personas sin recursos. Es el cuarto año que se celebra y en ella, además de un menú caliente, se repartieron regalos entre los asistentes y se rifaron 20 cajas navideñas con alimentos propios de las fiestas.

Los mismos alumnos del centro, de cuarto curso de ESO y de primero y segundo de Bachillerato, fueron los encargados de servir las mesas y de empaquetar los regalos que se dieron tras la comida. David Sancho, de 1.º de Bachillerato, fue uno de los chicos voluntarios que se involucró en la comida. Para él, participar en la organización de este almuerzo «es la oportunidad de ayudar y conocer de primera mano a una parte de la sociedad que no es visible para la mayoría». «La satisfacción de hacer las cosas bien» es lo que mueve a Pablo Gea, del mismo curso, para estar presente un sábado por la mañana colaborando en la comida solidaria.

Para Víctor Barberá, alumno del centro que también estuvo colaborando, una de las experiencias que más le impresionan de participar en un acto como este es «conocer la situación de algunas personas que te llevan a reflexionar sobre que acabar en la calle es algo que nos puede pasar a cualquiera».

La implicación de los jóvenes es algo que, según la directora del centro regido por la congregación Madres de Desamparados y San José de la Montaña, Rosa María Balaguer, «se trabaja desde el propio colegio a través, sobre todo, de Aprendizaje y servicio», que son una serie de actividades que integran el servicio a la comunidad con el aprendizaje escolar y que en esta escuela se vinculan principalmente con las asignaturas de Filosofía y Religión.

Pero esta no es la única ocasión en la que desde este centro se llevan a cabo actividades de apoyo a personas sin recursos, sino que durante todo el año se realiza reparto de comida y se trabaja con asociaciones, como «Amigos de la calle», una organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo es ayudar a personas sin hogar.

Un menú caliente y chocolate

Las mesas en las que se sentaron los cerca de 300 comensales se ubicaron en el patio exterior del centro. El menú consistió en una sopa de fideos, pollo con salsa y de postre, fruta y dulces.

Carmen, de 56 años, fue una de las asistentes a la comida. Con una situación económica y familiar complicada, esta vecina de València no es la primera vez que asiste a esta comida. En esta ocasión lo hizo acompañada por su amiga María, con la que comparte una habitación en una pensión de la ciudad. «Tengo dos hijos que viven en Francia y que no pueden venir estos días». Estar acompañada y poder disfrutar de un plato caliente y de los regalos «hacen más llevaderas estas fechas que nos traen recuerdos tristes», explicó a este periódico.

Ella lo que más aprecia es la fruta que repartieron en la comida. Pero, según comenta Fernando Alandes, uno de los organizadores, «el chocolate es lo que más aprecian los comensales». Además del gusto por lo dulce se trata de una cuestión de aportación calórica: «para afrontar la vida en la calle, el chocolate les da una energía imprescindible para sobrellevar las bajas temperaturas propias de estas fechas», asegura Alandes. Para la celebración de esta comida el centro escolar contó con la colaboración de varias empresas que donaron los alimentos que se cocinaron así como las bufandas, guantes y calcetines que se repartieron entre los asistentes como regalo de Navidad.