Los últimos actos vandálicos que han sufrido edificios históricos como las Torres de Quart o la puerta románica de la Catedral de València suponen un episodio más a una larga lista de atentados y ataques contra el patrimonio valenciano que se produjeron durante 2017 y que han visto un repunte preocupante que asciende a más de 30 actos de este tipo los cuales son, sobre todo, pintadas, pero también hay otros como los citados incendios.

La tendencia ya iba en aumento durante 2016. De hecho, a principios del pasado 2017 se anunció que el presupuesto municipal para limpieza se incrementaría en un 15 %, lo que suponía 5,8 millones de euros más que el año anterior.

Esta medida, que sirve para actuar a posteriori, no es suficiente, ni tampoco la más recomendable, para asociaciones como el Círculo por la Defensa y Difusión del Patrimonio Cultural.

Lamentan que «la ausencia de políticas activas en materia de prevención, concienciación y sanciones está generando una sensación de impunidad que está siendo aprovechada al máximo por unos delincuentes que comprueban que sus tropelías y delitos contra el patrimonio quedan libres de toda pena y castigo». Aseveran que el año 2017 «ha sido nefasto a nivel de actos vandálicos contra nuestro patrimonio». Y constatan que «ha habido un repunte y un incremento considerable en ataques a monumentos y edificios protegidos». Es más, temen que la situación «todavía puede ir a más».

Por si fuera poco, esta política de limpiar, una vez cometido el daño, genera dinero del contribuyente y «no es no es la solución para atajar esta situación», asegura el presidente del Círculo, César Guardeño, quien propone más medidas punitivas y preventivas tal como la instalación de cámaras de vídeo vigilancia en los monumentos, museos y edificios de titularidad pública más emblemáticos.

De este modo, aseguran, «la sola presencia de las mismas y la posibilidad de poder enviar una patrulla en el mismo momento del atentado patrimonial, permitiría coger in fraganti a los responsables y aplicar el Código Penal, tal y como se hace en otras ciudades de España y Europa».

Ellos ponen de ejemplo a una gran capital cultural como es Salamanca donde cuentan con un plan específico contra el vandalismo que «podría ser perfectamente adaptado a nuestra ciudad». Y también proponen que el ayuntamiento se dote de una brigada especial para llevar a cabo las tareas de vigilancia e inspección de este tipo de delitos. En septiembre entró en servicio una brigada de limpieza de monumentos que estaba inactiva desde finales de 2016, cuando había acabado el contrato de la anterior empresa.

Todo tipo de objetivos

Las pintadas hacia el patrimonio registradas el pasado año iban destinadas a todo tipo de edificios como los religiosos (Basílica de la Virgen, en marzo o la Iglesia de Santa Catalina Mártir), los de Memoria Histórica como el refugio antiaéreo de la calle de Serranos, que fue pintarrajeado días después de haber sido pintada su fachada principal.

También se han registrado pintadas de temática racista y fascista, como las sufridas el pasado mes de diciembre por dos esfinges de principios del siglo XIX en Pont de Fusta y en los muros del río situados frente a las Torres de Serranos.

El pasado mes de septiembre, la citada brigada de limpieza tuvo que actuar para limpiar pintadas en diversos puentes históricos como el del Mar, el del Real, el de Trinidad, el de Serranos y el de San José. Así como los pretiles del antiguo cauce del río Turia. Unas semanas antes había empezado a limpiar las Torres de Quart, también dañadas.

Seguramente, uno de los distritos más afectados por todo tipo de pintadas es Ciutat Vella. Allí se detectaron el pasado año, al menos, una veintena de ellas en numerosas esquinas de edificios antiguos. Entre los más afectados estaban la Lonja de los Mercaderes (Patrimonio de la Humanidad), la Iglesia de Santa Catalina Mártir (BIC) o el Palacio de Forcalló (Sede del Consell Valencià de Cultura).

La Alquería de Barrinto (BRL), en el barrio de Marxalenes, también fue víctima de este tipo de delitos, así como las paredes de la plaza de l'Almoina, el pedestal de la escultura al arzobispo Marcelino, el tótem de la plaza de l'Arquebisbe, la placa a Félix Robillard o el monumento a Blasco Ibáñez.

Por si fuera poco, durante el mes de diciembre fueron objeto de pintadas edificios protegidos como la Estación del Grao (BRL), las Torres de Serranos (BIC), la puerta de entrada a los Jardines del Real o Viveros (BRL), o las ya comentadas esfinges del Pont de Fusta.