Decenas de inmigrantes y refugiados participaron ayer en una misa en la Iglesia de Santa Catalina de València con motivo de la Jornada Mundial del Emigrante y Refugiado. La eucaristía fue presidida por el obispo auxiliar de Valencia monseñor Arturo Ros.

A mediodía, el cardenal arzobispo de València, Antonio Cañizares, aseguró durante la misa oficiada en la Catedral de València, que la «dramática situación de los emigrantes y refugiados golpea nuestras conciencias y reclama no cruzarnos de brazos».

El Arzobispo resaltó que la jornada «nos recuerda a los emigrantes, a los refugiados que nos llegan a nuestros países de bienestar». «Estas palabras nos interpelan todavía más aún ante la emergencia que plantean en los últimos tiempos la cantidad grande de hermanos que llegan a nosotros de fuera: refugiados, hermanos nuestros que miran a nuestros países de Europa como la solución a sus inmensos problemas de hambre».