La concejala socialista y primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de València, Sandra Gómez, abogó ayer por convertir a València en capital del Mediterráneo aprovechando su tirón interno y «la inestabilidad de otras grandes ciudades de nuestro entorno».

Lo hizo durante su conferencia en el Club de Encuentro Manuel Broseta, una cita que sirvió de puesta de largo en el escenario político valenciano ahora que Gómez aspira también a convertirse en secretaria local del Partido Socialista y candidata del PSPV en las próximas elecciones municipales.

A esta cita acudió, entre otros, el presidente de la Generalitat, Ximo Puig; la consellera de Sanidad, Carmen Montón; la exministra y excandidata Carmen Alborch; el presidente de la Fundación Bancaja, Rafael Alcón; el presidente de la Cámara de Comercio, José Vicente Morata; el secretario general de CEV, Miguel Ángel Javaloyes; la presidenta de la Federación de Asociaciones de Vecinos, María José Broseta; y representantes de todas las universidades.

También acudieron sus compañeros del Grupo Socialista en el Ayuntamiento de València a excepción de Maite Girau, la otra candidata a la secretaría local del partido. Y se echó en falta una mínima representación de sus socios de gobierno municipales, empezando por el alcalde, Joan Ribó.

En tan selecto auditorio y coincidiendo con el 26 aniversario del político que da nombre al club anfitrión, Sandra Gómez quiso comenzar reivindicando el diálogo como base para resolver las distintas crisis que se han establecido en el panorama nacional, particularmente la territorial. Precisamente el diálogo fue el motor de la política desarrollada por el profesor Broseta, recordó.

Su intención, no obstante, era hablar de València como «plaza de oportunidades y talento». A su juicio, el siglo XXI es el siglo de las ciudades y, por tanto, es necesario redefinir el territorio y las competencias públicas. «Cada ciudad tiene que elegir el camino que quiere emprender», dijo.

Aunque València goza de una situación privilegiada, el primer puerto en tráfico de contenedores, dos de las mejores universidades del mundo y uno de los destinos turísticos de mayor proyección, «esta ciudad estaba atenazada por la cultura de la especulación, el evento efectista y poco rentable y la falta de planificación e inversión».

Por eso, el cambio de Gobierno a la ciudad le ha sentado bien. València es ahora una «ciudad de oportunidades», con 18.500 personas que han encontrado empleo; una «ciudad más justa», con igualdad en todos los niños y atención a los mayores; y una ciudad que inspira «confianza», prueba de lo cual es la llegada de una de las entidades financieras más importantes de España. «Se ha levantado la hipoteca reputacional de València» y «hay que aprovechar las oportunidades que se presentan», explicó Gómez.

Para empezar, la primera teniente de alcalde de València cree que esta ciudad puede aspirar a ser capital del Mediterráneo. A su juicio, «ahora mismo, en nuestro contexto, solo València puede hacerlo». Además, «València es un destino natural para muchas inversiones ante la inestabilidad de otras grandes ciudades de nuestro entorno». «Esa oportunidad tenemos que aprovecharla», enfatizó.

Las apuestas de futuro

Para ello hay que apostar por el talento y «pasar página de un modelo basado exclusivamente en el sector de la construcción y los servicios» para apostar por tres grandes ejes generadores de valor añadido y empleo: el sector tecnológico, el turismo y la cultura.

En cuanto al sector tecnológico, Sandra Gómez propuso hacer de València un «hub tecnológico mediterráneo con vocación global», para lo cual propuso como escenario la fachada marítima de la ciudad, desde el Grao hasta las universidades, pasando por Las Naves, la Marina, la ZAL y la Malva-rosa-Vera, donde se crearía un proyecto Dev City, propuso.

Por lo que se refiere al turismo, sus primeras palabras fueron para reivindicar la «turismofilia y la hospitalidad» frente a «algunas actitudes que lo han demonizado». Y luego defendió el trabajo que se ha hecho estos años, con 66 vuelos internacionales, dos millones de visitantes e indicadores de rentabilidad turística en aumento.

Ahora, no obstante, toca dar un nuevo empuje y toca hacerlo, dijo, «reorientando la vieja visión del destino de sol y playa para posicionarnos como destino urbano, con recursos turísticos para todo el año» y con la sostenibilidad como bandera. «Tenemos que hacer una ciudad para ser disfrutada por nuestros visitantes, pero que sobretodo sea habitable por nuestros vecinos», añadió al respecto.

En concretó, Sandra Gómez abogó por controlar los alojamientos ilegales, limitar la apertura de hoteles en barrios saturados, proteger el comercio histórico y buscar el turista de calidad, que «no es el que más dinero tiene sino el que mejor se comporta».

Finalmente, defendió el atractivo de la cultura de la mano de las fallas o los museos San Pio V, IVAM o MuVim.

Una socialdemócrata

Sandra Gómez, personalmente, se postuló para desarrollar esas ideas desde su más arraigada convicción socialdemócrata, en cuya base esta la «lucha contra las desigualdades». Según dijo «en España por primera vez en la historia el crecimiento económico no sirve para reducir la pobreza y la desigualdad», por lo que su apuesta es la competitividad, el empleo de calidad y un sistema de bienestar fuerte y consolidado. En definitiva, conseguir que la ciudad de València avance «sin dejar a nadie atrás».