La hoguera de Sant Antoni marcó anoche el inicio de la primera fiesta propiamente dicha con la que empieza el calendario de la ciudad. Porque si la cabalgata de los Reyes Magos no es más que el colofón a unos festejos navideños que se prolongan durante varias semanas, el Barri de Sagunt sí que supone la primera incursión en una serie de rituales que, naturalmente, empiezan aquí por ser la fecha que es.

Y es que antes de que las Fallas entren de lleno en la actualidad todavía tiene que pasar, además de ésta, la celebración de San Vicente Mártir y el carnaval, además de festejos seculares de barrios, como el de Campanar.

También ayer llegó el primer fuego del año. Todo ello, de la mano de la Hermandad de San Antonio Abad, que ayer confeccionó su hoguera y la remató con el "porquet".

La hoguera más difícil de quemar porque la humedad de estos días propició que la pinocha no se secara lo suficiente, con lo que, hasta alcanzar la deseada fogata, se tardara mucho más de lo habitual, pero los vecinos del barrio, que salieron a la calle de forma numerosa para presenciar el ritual, tuvieron finalmente su fogata.

La jornada de hoy también es especial porque acoge un festejo multitudinario sin ser un día festivo. La hermandad se mantiene fiel al día 17, sin caer en la tentación de trasladar la bendición de animales a fin de semana. A lo largo de la mañana, la calle de Sagunt y sus adyacentes se convertirán en un enorme corral, picadero o hipódromo, según se mire.

A las doce, tras la misa mayor, empezará la bendición de animales con el desfile de los domésticos y de compañía. A dos o cuatro patas, con pelo o pluma. Aunque las modernas tendencias permiten ampliar el tipo de especies.

Posteriormente será el momento de los carros, enganches e hípicas, que componen escenas espectaculares tanto por lo enjaezado de las cabalgaduras como por las habilidades que demuestran sus jinetes. Todos ellos se repartirán los premios que conceden los colaboradores pero, sobre todo, permiten por unas horas recuperar para la gran ciudad estampas que parecían olvidadas. Un ritual al que no faltan labradores que no dudan incluso en pasar la noche de ayer por los caminos con tal de llegar al "cap i casal" en tiempo y forma.

Según recordaba ayer la agencia Avan, san Antonio Abad nació en el seno de una acomodada familia de Egipto en el año 250 y optó por el consejo evangélico del desprendimiento y entrega de todos los bienes a los pobres, retirándose al desierto. A pesar de ello muchos intentaron seguirlo, por lo que introdujo una nueva etapa en la vida religiosa organizada de forma comunitaria en lugar del aislamiento individual.