Las altas temperaturas de ayer en València marcaron la festividad de San Vicente Mártir, cuya procesión fue seguida por numerosos fieles y turistas.

La comitiva religiosa, con los concejales de los grupos municipales de Partido Popular y Ciudadanos a la cabeza, recorrió algunas de las calles del centro de la ciudad, hasta desembocar en la parroquia de Cristo Rey, basílica sepulcral del santo, que celebró la bendición y el reparto de panes, además de una dançà, una ofrenda y un pasacalle.

Previamente, en la Catedral, el cardenal arzobispo Antonio Cañizares había defendido la figura del santo como la de un «verdadero reformador» de la Humanidad. Calificó al santo y a los mártires como «centinelas de un nuevo siglo, de una nueva época, y están expresando que el cambio decisivo del mundo está en aceptar a Dios como Señor de nuestras vidas».

El purpurado cargó contra «el relativismo», que vino a decir «es uno de los problemas más serios de la sociedad y la cultura dominante».

En una catedral abarrotada de feligreses, pero convertida también en un continuo trasiego de turistas y curiosos - incluso con patinetes y café-, monseñor Cañizares reclamó seguir las enseñanzas del santo para «encontrar el futuro del hombre» y volver a colocar la fe en un primer plano, no relegándola al ámbito privado.

Animó a «reavivar nuestra fe, y a vivirla intensamente, sin ocultarla ante el mundo, ni en la vida social, cultural o familiar; en ningún ámbito, no dejemos la fe a la puerta de donde estemos».

Para el prelado, «el predominio exclusivo de la técnica, reduciendo todo a estrategias y olvidándose de los principios como el bien común», es un mal a combatir desde la diócesis de Valencia. «No se trata de amoldar el evangelio a la sociedad, ¡así nos va!», llegó a espetar.

«El futuro del hombre está en Dios y al margen de él, solo queda la quiebra y la destrucción», argumentaba, para incidir en que la respuesta de este mundo «no está en las ideologías, sino en la fe».

«A qué nos conduce esa cultura de hoy, a esas ideologías donde Dios no cuenta, nos conduce a un mundo inhumano»,-insistía- «que mata antes de nacer». Además de un claro alegato contra el aborto, incidió en no dejar la fe en un segundo plano en el mundo público, el universitario y el profesional.

La iglesia de San Esteban acogió al mediodía, y tras la procesión de los Bultos, el bautizo que conmemora el de Sant Vicent Ferrer. En esta ocasión se trataba del pequeño Luis Enrique Vicente, de cinco meses de edad, que tomó las aguas, arropado por sus padres Luis y Neus.