Un anciano de 87 años de edad no pudo entrar el pasado sábado a la Iglesia de San Nicolás para asistir a una misa por su hermano muerto dos semanas antes. Según dice la familia, llegó 10 minutos tarde y la iglesia ya había sido cerrada, una costumbre que atribuyen al afán por cobrar entrada a los visitantes. Desde el Arzobispado se asegura que la misa era normal y que sólo se iba a citar al difunto. Y justifican el cierre de la iglesia para que no entre gente a molestar durante la eucaristía.