Los cinco espacios en los que básicamente se dividirá el CaixaForum tendrán actividades diferentes y complementarias, generando un «diálogo» entre ellos y también con el Ágora, de manera que el conjunto siga haciendo honor al término griego que le da origen: un sitio para conversar y dialogar.

En el centro se construirá un gran recinto que albergará dos salas de exposiciones y dos salas polivalentes. Será, probablemente, el núcleo principal del conjunto, pues en su interior colgará las grandes muestras y en el exterior tendrá un graderío de madera que debe servir como lugar de quedada o de reunión de «jóvenes y no tan jóvenes»; y una «nube» que coronará el edificio y que albergará las actividades destinadas a las familias. Éste, de hecho, puede decirse que es un segundo edificio del conjunto.

El tercero es un auditorio para unas trescientas personas y los otros dos son una librería con oficinas en la parte superior y un restaurante con cubierta vegetal. Precisamente, la sostenibilidad es uno de los fuertes de este proyecto, ya que su autor es un destacado impulsor de la arquitectura sostenible.

En total, estamos hablando de 6.500 metros cuadrados útiles, en los que «la arquitectura pequeña dialoga con la más grande». Y no altera prácticamente nada de esta última, pues se va a mantener el suelo, no se tocará la estructura del edificio principal y se mantiene en 8 minutos el tiempo, por ejemplo, de evacuación en caso de emergencia. El edificio de Calatrava permite, muy al contrario, que el nuevo CaixaForum tenga estas características, pues de no poseer esa gran cubierta, espacios como la «nube» probablemente no serían posibles a la intemperie.

Por el momento, el proyecto presentado ayer no lo conoce el propio Santiago Calatrava. De eso se encargará la Ciudad de las Artes y las Ciencias, que trabaja en este momento en cerrar la cubierta del edificio. Pero existe la sensación general de que el arquitecto valenciano no pondrá grandes objeciones.