P. ¿El ciclismo de carretera, el de montaña y el urbano son mundos diferentes?

R. Parece que son mundos totalmente diferentes cuando el ligazón es el mismo, la bicicleta. Tienen una morfología diferente, pero no deja de ser lo mismo. Pero no creo que sean mundos diferentes, sino que el perfil del usuario es diferente; el ciclismo deportivo es mantenerte en forma, salud, hacer ejercicio. En ese aspecto el ciclismo de montaña se parece, pero se desarrolla en un entorno muy diferente. Mientras, el ciclismo urbano ha estado muy dejado de la mano de Dios y estamos muy lejos de lo que se hace en otros países, donde da envidia lo desarrollado que está. Es como una nueva ola o versión del ciclista en nuestro país, pese a existir mucho antes que el ciclista de carretera. El ciclista urbano usa la bici para moverse y no suele ser tan deportista, y le da igual que su bici sea un hierro o último modelo; no es un uso lúdico. Eso sí, los tres coinciden en que hay una sensación de miedo o vulnerabilidad ante las circunstancias que lo rodean.

P. Usted reclama que todas las administraciones arrimen el hombro con la promoción de la bici.

El ciclismo recibe muchos parabienes y en apariencia se le apoya mucho, pero existe mucha fachada. Se le apoya relativamente. Uno de los grandes garantes de la implantación del ciclismo son los ayuntamientos, especialmente de las grandes ciudades. Pero desde el Gobierno central no hay sensación de apoyo, al contrario, tenemos la sensación de que pone zancadillas para implantar la bicicleta como un medio de movilidad en España. No es una cuestión solo de las ciudades, porque la intermodalidad es muy importante; cuestiones como llevar la bici en el tren o un autobús está en pañales. Y eso compete a la Administración central, al igual que promover ayudas a la compra de bicis o estímulos a las empresas para que sus trabajadores vayan en bici. Otros estamentos como el mundo del automóvil o las aseguradoras van poniendo también zancadillas, pero en cambio hay una sensación de apoyo incondicional a la bicicleta que no es así. Los ayuntamientos apoyan mucho la bici, pero tanto la Administración autonómica como la central lo hacen muy poco. Si desarrollas una red de carril bici, lo lógico es que València se comunique con otras poblaciones, y eso se extrapola a nivel nacional. Toda esa moda en torno a la bici es un poco una mentira.

P. Recuerdo que en una tienda de bicis me invitaron a dar el salto al ciclismo urbano porque iba a ser más feliz.

R. Es que el usuario ciclista se siente liberado de mucha tensión. La diferencia de ir en un coche y de ir en bici es que el conductor ve al ciclista como que se está jugando la vida, y el ciclista se ve disfrutando de ella, saborea la ciudad a otra velocidad, la huele y la disfruta con sus sentidos más despiertos. Y aún a pesar de los claxones de los que te quieren apartar de la carretera, el ciclista se siente más libre, se siente mejor. El ciclista urbano se ve feliz y en cambio a él lo ven como un peligro; muchas personas los ven como frágiles, que se van a caer todo el tiempo, pero el ciclista no se cae solo, y con el tiempo creo que los usuarios de la vía se dan cuenta de que esa percepción no es real.

P. ¿Qué le parece el argumento de que un carril bici le quita el espacio al coche?

R. Yo soy usuario de bici, me muevo normalmente en moto y también conduzco coche. Hay sitio para todos, pero creo que hay un excesivo uso del automóvil en nuestro país. Cuando viajas te das cuenta que en otros países usan más la bici porque les es más cómodo para moverse y más rápido. Estamos empeñados en coger el coche hasta para comprar el pan cuando puedes ir andando. Tenemos esa cultura y la tenemos que quitar. No es que la bici quite espacio al coche, es que tenemos que cambiar nuestros hábitos de vida si queremos seguir disfrutando de las ciudades. La contaminación nos está matando y yo que vivo ahora en Madrid, un día sí y otro también hay restricciones por la alta contaminación. La gente que necesite usar el coche, que lo use, pero hay gente que no lo necesita siempre, y podemos vivir de manera más sostenible. Estamos obsesionados con el coche porque lo hemos mamado de pequeños, pero las generaciones futuras lo vivirán de otra manera. El cambio en España está costando, pero llegará.

P. Entre los ciclistas urbanos están los que defienden el carril bici por seguridad, y los que dicen que deben ir por la calzada porque son un vehículo más.

R. En las ciudades se limita la velocidad y nadie lo respeta, en cambio el ciclista en sí es un elemento de calmado de tráfico. En ese sentido ayuda ver a un ciclista por la calzada. Pero es verdad que quien usa la bici prioriza la seguridad y el carril bici es una buena plataforma para lanzarse y decidirse a usar la bici. Soy más partidario del carril bici porque invita más a coger la bici a los neófitos, les da más seguridad. Hay avenidas muy amplias que por quitar un carril al coche no pasa nada, y en otras calles más estrechas hay que saber convivir. La seguridad es esencial para el progreso de la bicicleta, al igual que la convivencia.

P. ¿No está politizado el uso de la bici en las ciudades?

R. Lo que pasa es que el ciclista urbano crea más problemática a la sociedad que el de carretera. Es normal que haya más confrontación con la gente, con grandes partidarios y detractores, ya que la convivencia es muy compleja.

P. ¿Pero la movilidad no debería ser ajena al debate ideológico?

R. Claro, pero la cuestión ideológica destaca más entre los detractores, que utilizan cualquier artimaña para desprestigiar ciertas iniciativas. Pero ojo, que Bruselas ha dado un aviso a España de que hay una alta contaminación en las ciudades y ante ese hecho hasta los detractores se han de dar cuenta que no podemos seguir así y que la bici es algo que lo arregla todo y que si no, al final te tendrás que ir fuera a vivir. Si no, Europa prohibirá el uso del coche. Si favoreces la bici, favoreces el medio ambiente y sigues permitiendo que haya coches. Si no, es fácil que lleguen sanciones de Europa por no actuar. Aunque no te guste la bici, es el camino para seguir disfrutando del coche en las ciudades, pero de manera más consciente. Es la solución, sin duda. Porque el coche eléctrico todavía está todavía lejos y hay que adaptarse de forma gradual.

P. ¿Cómo ha visto València?

R. Es un lugar ideal para moverse en bici, porque es llana y por el clima, y ahora está apostando con unas infraestructuras buenas para la bici. València está muy bien y cuenta con avenidas suficientemente amplias para implantar el carril bici. Lo que no entiendo es por qué, cuando diseñaban nuevas avenidas, no pensaban en construir carriles bici, que es algo de lo que se lleva hablando desde hace casi 20 años. La sensación es que aquí hay una apuesta por la bici; junto a Sevilla, San Sebastián o Vitoria, estas ciudades a la larga recibirán el reconocimiento de sus ciudadanos por esta apuesta.

P. ¿Cómo convencería a un usuario de coche para pasarse a la bici?

R. Si tienes infraestructura segura y segregada como los carriles bici es un buen impulso. Si no lo tienes corres el peligro de que usen las aceras y se crean conflictos con los peatones. Y luego es muy importante el efecto llamada que produce ver a otros usuarios ir en bici, pero se necesita tiempo. Eso ya está pasando en ciudades como València. La bicicleta ha venido para quedarse y poco a poco otros usuarios de la vía pública ya la están aceptando, algunos con reticencias y otros con críticas, pero otros muchos al cabo de unos años siente que la ciudad está ganando calidad de vida.