Pampa, Boira, Felixin... Dos perros y un loro que ayer brincaban y revoloteaban de emoción. Y es que habían pasado dos semanas viendo cómo la lluvia aplazaba una vez más su gran día, la fiesta de Sant Antoni. Un día para ellos: perros, conejos, gatos, loros y caballos; pero también para recordar orígenes en un paraje de huerta que parecía «introducirte en otra época», explicó Mª José Barraquet acompañada de Catón, su perro de nueve años que ya había sido bendecido en tres ocasiones distintas.

Al comienzo del desfile en las puertas de la ermita de Vera a las doce del mediodía, Manuel Genovés, uno de los organizadores, explicaba: «Yo nací aquí, me bautizaron en esta ermita, y para mí es un gran honor rememorar esta tradición, aunque algunas cosas hayan cambiado». Y es que lo que antes eran gallinas, cerdos y corderos, ahora son tortugas y serpientes. Lola Martorell y Paco Ferrando recordaron, con cierta emoción, la primera vez que llevaron a su hijo de cinco años ante el párroco para que bendijese su tortuga.

Mientras, un desfile de caballos ponía fin a la festividad. Una exhibición donde jinetes como Maite Terol podían elegir entre llevarse a casa un trofeo de participación, como hizo el pequeño Sergio Llopis, o una cabezada para el caballo que apreciaba tanto como para viajar con él desde la Vall d'Albaida para que obtuviese, tras dos semanas de espera, la bendición de Sant Antoni.