Gritos en plena madrugada, música a todo volumen desde los coches, peleas cotidianas, restos de botellas, destrozos en la vía pública y mucho más es a lo que se enfrentan cada fin de semana los vecinos de la Cruz Cubierta. Así, el pasado viernes, sin ir más lejos, los vecinos contabilizaron unas 700 personas bebiendo y armando escándalo en la calle hasta bien entrada la madrugada.

Este barrio, que históricamente ha sufrido este tipo de problemas, había mejorado su situación con el cambio de gobierno municipal, tal como reconocen desde la Asociación de Vecinos San Vicente-Bulevar Sur, pero ahora han regresado y lo han hecho, si cabe, con mayor virulencia.

«Cuando entró la nueva corporación se nos empezó a tener más en cuenta, se tomaron medidas disuasorias y también se mandó a gente joven a hablar con los que practicaban el botellón para concienciarles», explican a Levante-EMV vecinos de la asociación.

Fue entonces cuando el grueso del botellón, que nunca llegó a desaparecer, se desplazó debajo de un puente, en el entorno de la fábrica de cerveza Túria. Ahora, en cambio, han regresado a su lugar inicial, justo delante y en los alrededores de la Creu Coberta.

En el ayuntamiento conocen la situación y la admiten, incluso llegan a decir que están «especialmente preocupados por la práctica del botellón, tanto por las molestias a los vecinos, como por la problemática en la salud de los jóvenes».

Pero las medidas establecidas hasta ahora no parecen estar surtiendo demasiado efecto. Para Joan Ribó «se deben combinar medidas de control de las molestias a los vecinos, en aspectos como la seguridad ciudadana, el ruido y la limpieza, pero también medidas de prevención del consumo temprano y abusivo del alcohol». Y desde el consistorio se asegura que «se están aglutinando a los sectores que pueden incidir en un menor consumo, así como en la sensibilización y prevención con los jóvenes».

Por su parte, los vecinos ven estas iniciativas con cierto escepticismo pues siguen sufriendo las consecuencias del botellón en su día a día. Ellos aseguran que la mayoría de ellos «ni siquiera tienen la intención de entrar a la discoteca», sino que se pasan la noche, y hasta la mañana, bebiendo, escuchando música en la calle y, en definitiva, molestando a los vecinos.

Ya han probado de todo, sin éxito: hablar con los propios jóvenes, llamar a la policía, dialogar con los empresarios de la discoteca y con el ayuntamiento. Ahora, les toca esperar que las nuevas medidas surtan efecto.

El año pasado se registraron 140 denuncias y 444 desalojos

La gravedad de la situación en la Cruz Cubierta hace que varias delegaciones se coordinen para actuar y reducir la problemática. En este sentido, la Policía Local tiene encomendado un dispositivo especial de vigilancia en la zona.

Así, desalojó en 2017 a 444 personas, identificó a 181 y efectuó 140 denuncias, practicando también inmovilizaciones y retiradas de vehículos. También detuvo a 18 personas y abrió otras 17 diligencias previas. Además, en lo que va de 2018 ya se han desalojado a 130 personas.

Por su parte, desde la delegación de limpieza se ha incrementado en 2018 en 2 camiones cisterna más que se dedican a la limpieza de zonas de botellón. Y hay 61 operarios en estos menesteres. También se han establecido brigadas especiales los domingos, festivos y vísperas.