«La gente tiene ganas de amar, de pecar, de divertirse y ser libre, de ser políticamente incorrecta», decía Ángela Bermúdez, «La Diva». Ella es la reina del «Mardi Gras», que ayer se celebró en el barrio del Cabanyal, organizado por segundo año consecutivo por la Sociedad Musical Unión de Pescadores (SMUP) y en el que participaron cientos de vecinos.

Verde, púrpura y dorado son los colores representativos del «Mardi Gras» de Nueva Orleans por su significado: fe, poder y justicia. Aquí, en el «Mardi Gras» mediterráneo no son más (ni menos) que la representación del recreo, el júbilo y la alegría.

«El renacimiento de un barrio», apuntó ayer Mara Vergó, la directora artística del desfile. Y recalcó «directora» porque ella solo daba las directrices para el vestuario de las cientos de personas que ayer paseaban por las callejuelas de un barrio donde la «música siempre ha sido un punto de unión». O así lo decían las pancartas que colgaban de los balcones de los vecinos. Y es que aunque el desfile haya sido organizado por la SMUP, fueron los residentes del Cabanyal los que dieron verdadero sentido a la fiesta.

Es el segundo año que organizan la réplica de lo que fue (y es) la fiesta más popular de Nueva Orleans, como preludio al período de Cuaresma de Semana Santa, cuando la ciudad aún era colonia francesa. Ahora es ya simplemente una tradición. Y la pretenden crear también en el barrio valenciano. ¿Los motivos? «Hay una unión entre Nueva Orleans y el barrio. Por ser una ciudad portuaria pero, sobre todo, por la música que nace y vive en las calles», explicó Miquel Madrigal, organizador del festival.

Solo que esta vez lo que resonó en el barrio valenciano fue el jazz de dixieland y el swing de groove a manos de músicos como el valenciano trombonista de jazz, Toni Belenguer, bajo la dirección musical del trompetista Roqui Albero.

Con festividades como esta, asistentes como Gema Pérez creen que es posible unir a toda la sociedad: «Ricos, pobres, mayores, niños, hombres y mujeres», a la vez que enriquece tanto a músicos como a los que escuchan. «Es una fiesta que cumple todas las funciones sociales: potenciar la cultura de un barrio y unir a sus gentes», reconoció.