El barrio de Morvedre, que popularmente se conoce como el barrio de Sagunt, se convirtió en una de las principales zonas de expansión de la València de extramuros. Con el Convento de Santa Mónica (1603) como epicentro del desarrollo de esta zona del distrito de la Saïdia fue desarrollando una pequeña trama urbana que hoy, sin embargo, está cada vez más desdibujada.
Algunas de las pequeñas calles históricas, como la de Duato, han desaparecido, mientras que otras, como la Milagrosa, aún conservan el esplendor de antaño, con bonitos edificios de tres alturas de finales del siglo XIX y principios del XX.
La calle Milagrosa, junto a Nador, mantienen la esencia de aquel barrio de principios de siglo XX, a medio camino entre la València rural y la efervescente industrialización. Sus edificios con fachadas de tonos pastel, la mayor parte de dos y tres alturas, recuerdan el importante desarrollo que sufrió el barrio, con una cuidada arquitectura a la que hoy le acompañan frondosos cinamomos. Sus desnudas ramas esperan la llegada de la primavera para llenar de verde la calle Milagrosa, donde además se conserva una palmera protegida de unos 20 metros de altura y más 80 años de vida.
Pero el barrio de Morvedre también ha vivido con especial crueldad su transformación. Así, gigantescos edificios de viviendas de la segunda mitad del siglo pasado fueron colonizando la trama antigua, hasta el punto de ahogar a alguna de sus calles, como la del Duc que aún sobrevive, mientras que otras como la de Duato han desaparecido literalmente, mientras que Padre Palau y Quer solo conserva su trama más nueva.
En su lugar encontramos a un lado y otro de la calle Sagunt numerosos solares, la mayoría con asentamientos ilegales de personas sin hogar o, como denuncian los vecinos, con habitual presencia de ratas. Una imagen aérea impresiona, pues Morvedre parece que ha sido víctima de un bombardeo.
