Lo mismo que el sacerdote de la iglesia de Santa María del Mar, José Vicente Calza, ha soliviantado a las cofradías de la Semana Santa Marinera del Grao con sus deseos de asumir la organización de las procesiones y darles un carácter más introspectivo, las cofradías vienen alarmando a la Iglesia desde hace años con algunas actividades de marcado carácter pagano, en las que se incluyen Halloween o carnaval, por no hablar de su falta de compromiso con las acciones solidarias que marcan sus propios estatutos.
Y es que existe una sensación general dentro de la cúpula arzobispal y en amplios sectores de la Semana Santa Marinera de que las cofradías no se están ajustando a su función puramente evangelizadora y aspiran a convertirse en comisiones falleras, con actividades y niveles de popularidad que se acerquen a aquellas.
No gustó, y así lo recogió ampliamente la prensa hace unos años, que hasta cinco cofradías se sumaran a las celebraciones de Halloween, una fiesta pagana importada de Estados Unidos que además desplaza completamente a la fiesta de Todos los Santos, la verdaderamente arraigada en la tradición católica española y valenciana.
Tampoco gusta que se organicen fiestas carnavalescas, coincidiendo o no con las que dan paso a la Cuaresma; o que se celebren fiestas rocieras en las que todo el interés reside en la celebración y poco en el motivo que las inspira.
Y resulta muy reprochable, según fuentes consultadas por este periódico, que gran parte de las cofradías de la Semana Santa Marinera se salten sistemáticamente su obligación estatutaria de colaborar al menos una vez al año con Cáritas o con otras actividades de marcado carácter solidario.
Precisamente, en su carta pastoral «A las cofradías» el arzobispo de València, Antonio Cañizares, habla del peligro de convertir las cofradías en un «grupo de amigos» cuyo interés máximo no sea precisamente la evangelización. Y habla también de recuperar el sentido solidario de estas hermandades, que siempre ha inspirado la acción de la Iglesia.
En la actualidad, no sólo no se cumple esa premisa, sino que además se organizan con frecuencia cenas populares en la calle que puede interpretarse como una ostentación de bienes, todo lo contrario a la solidaridad y por ello censurado en sus normas.
