En estos tiempos de denuncias y recogidas de firmas digitales. En un mundo donde la gente se indigna publicando en sus redes sociales aquello que le molesta o compartiendo sus inquietudes vía mensajería instantánea en sus conversaciones grupales, todavía hay un espacio, muy necesario, para aquellos que, sin cerrarse a las innovaciones, siguen apostando con firmeza y determinación por la lucha a pie de calle, por las reuniones físicas, por el debate y la reflexión in situ. Y aquí, las asociaciones vecinales han sido, son y serán todo un referente.

Ayer, todas ellas estaban de aniversario en València. Nada más y nada menos que 50 años. Tanto ha llovido que para encontrar sus orígenes hay que sumergirse en el tardofranquismo; en aquel 1968 del «mayo del 78 francés» y de lucha por las libertades, pero que en España, como recordaba ayer el presidente de la confederación Estatal de Asociaciones Vecinales, Juan Antonio Caballero, «todavía se vivía con muchos corsés y estrecheces». Y ahí, entre tantas presiones y en una falta de libertad evidente, surgían, de tanto en tantos, puntos de luz y de esperanza. Uno de ellos fue la institución de las primeras asociaciones vecinales. Ayer, un vídeo las recordaba, y las homenajeaba, sirviendo así de apertura de esta Asamblea General de la Confederación Estatal de Asociaciones Vecinales (CEAV) que volvía a València 20 años después y que se celebra en el Palau de l´Exposició.

«Siempre hemos sido defensores de los servicios públicos y este es el mejor patrimonio y el mejor legado que podemos dejar a las futuras generaciones». Así se expresaba la presidenta de la Federación de Asociaciones Vecinales de València, María José Broseta. Tanto ella como Caballero incidían en este matiz de «vecinales» porque es una de sus líneas de actuación dentro de su plan de lucha por la igualdad de género que empieza en el lenguaje, continúa con la representación, así como en detalles como los horarios a la hora de organizar las reuniones y también, cómo no, en la adhesión a la huelga feminista que está convocada para el próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora. Caballero se acordó de los orígenes de la federación cuando tenían que ser los «cabeza de familia» los integrantes de estas asociaciones, entonces sí, «de vecinos». Y reclamaba con contundencia el respeto y el cumplimiento de la Ley de Memoria Histórica: «No entiendo como partidos que se llaman democráticos no respetan esta Ley. No puede haber equidistancia en este tema. Hay que decir, dictadura no», recalcaba.

En otro orden de cosas, se debatió también sobre la Ley que obliga a los ayuntamientos a bloquear gran parte de sus ingresos para pagar las deudas pendientes. En este sentido, el secretario de la Federación Española de Municipios y Provincias, Juan Ávila, criticaba que a 31 de diciembre de 2017 había «23.500 millones de euros inmovilizados en las cuentas de los ayuntamientos». Y exigía al Gobierno, tal como harán en una reunión conjunta con la CEAV, que «nos deje usar nuestro dinero, que es el de todos los vecinos y vecinas». Y ponía de manifiesto que, precisamente, son los organismos municipales los que «mejor están gestionando los servicios públicos en España».

Más participación

Volviendo al origen de estas asociaciones, y en estos tiempos de descrédito político y de cierta desafección por parte de buena parte de la ciudadanía, desde la CEAV, así como por parte de los políticos y sindicatos presentes, se pedía más participación, sobre todo a los jóvenes, para que la democracia no se limite a votar cada cuatro años. Entre los asistentes al evento estaban la concejala de participación, Neus Fábregas, el subdelegado del Gobierno, José Vicente Herrera, así como los secretarios generales de los sindicatos UGT-PV, Ismael Sáez, y de CCOO-PV, Arturo León. Y la secretaria autonómica de Participación, Zulima Pérez. Ella puso el ejemplo de su propia madre, que fue presidenta de la Federación de Asociaciones Vecinales de Alcoi y se mostraba «orgullosa de todas las luchas vecinales».