La tradición, la amistad y la confraternización entre pueblos. El ya tradicional carnaval de Russafa (esta era su octava edición) unía ayer todos estos elementos, manifestaron Melanie Gálvez y Henry Gutiérrez, presidente de la comparsa Niquelao que desfilaba por las calles principales del barrio hasta llegar a la plaza del Ayuntamiento bajo el lema «La cultura todo lo cura».

Más de 60 organizaciones, como los Iaioflautas, Ecologistes en Acció o Jarit (asociación organizadora), reivindicaban este pasacalles como un puente para unir culturas y fomentar la sinergia entre culturas en un barrio interracial como Russafa, explicó ayer Neus Company, miembro de Jarit.

«Es una oportunidad para que València conozca la cultura de Bolivia», manifestó Érika Aguirre, presidenta de la comparsa del Oriente Boliviano. «¿Y qué mayor motivo que las raíces en común entre España y Latinoamerica después de haber sido esta colonizada por la primera?», reconocía Henry.

Y añadió: «Cientos de familias latinoamericanas viven en València sin recursos para volver a su tierra. Este, el carnaval, es un modo de reunirles con sus raíces». Así, trajes de los altiplanos de los Andes que indicaban la importancia del miembro de la comunidad según su diseño (mamala, como matriarca; o machos, como hombres) bailaban a ritmo de la danza folklórica Caporeles para pedir a València su plena inclusión «con los mismos derechos que cualquiera de sus vecinos», dijo Érika.

Reivindicación vecinal

Durante la celebración, vecinos del barrio participaron disfrazados de turistas para denunciar la situación que atraviesa Russafa y criticar el aumento de la turistificación, así como la expulsión de vecinos y la ocupación del espacio público por parte de empresas privadas.