Los arquitectos Gerardo Roger y Luis Casado, avalados ambos por trayectorias profesionales de 40 años tanto en la empresa privada como en la administración pública, admitieron ayer en la asamblea general convocada por Salvem el Cabanyal y la Asociación de Vecinos del Cabanyal los fallos a la hora de informar a los colectivos ciudadanos del nuevo plan urbanístico. «No hemos sabido explicarlo», reconoció Roger. Casado por su parte emplazó a los vecinos a «reestablecer el clima de confianza» para poder avanzar en el planeamiento.

Tras casi dos décadas de resistencia vecinal al plan de la prolongación de Blasco Ibáñez, a los vecinos no se les puede discutir su derecho a ser tenidos en cuenta. Así lo dio a entender en el turno de intervenciones Fernando Flores, vecino del Cabanyal y asesor del gobierno de Zapatero cuando se redactó la orden ministerial que tumbó el Pepri anterior por expoliador, quien reprochó a Roger y Casado que no hayan informado con claridad del plan. Algo que no ha ocurrido a pesar de los talleres participativos que se han llevado a cabo en los últimos meses. En este sentido intervino otra vecina del barrio quien reprochó a los autores del plan que no hayan tenido en cuenta su petición de mantener las dotaciones verdes y deportivas de Doctor Lluch.

El concejal de Ciudadanos Narciso Estellés, el único concejal de la oposición que se dejó ver en la asamblea de ayer, mostró su solidaridad con los vecinos y se sumó al rechazo a la recalificación de zonas verdes para construir más viviendas

Los responsables del plan insistieron en que las figuraciones sobre las nuevas edificaciones que han difundido las entidades vecinales son ficticias y que las viviendas «se pueden colocar de muchas maneras», a lo que los vecinos respondieron que no quieren más construcción en ningún caso. Roger destacó el potencial inmobiliario del Cabanyal y subrayó que es el que barrio de la ciudad donde más han subido los precios del suelo.

El colectivo Espai Cabanyal, en la órbita del movimiento okupa, también tomó ayer la palabra para advertir del proceso de gentrificación del barrio y reclamar la construcción de viviendas de alquiler social.

Otros vecinos tomaron la palabra para destacar que el plan «tiene cosas buenas y malas» y confiaron en «poder llegar a un encuentro».