El Colegio Territorial de Arquitectos de València celebró ayer una nueva mesa redonda en torno al modelo de ciudad, que en esta ocasión se centró en las Fallas y su componente transformador, desde el punto de vista urbanístico, cultural o económico.

Buena parte del debate se centró en los efectos perversos de la fiesta, que como gran imán del turismo, plantea grandes retos en el «cap i casal». El concejal de Cultura Festiva, Pere Fuset, lo tiene claro. «No queremos la ´sanferminización´ de las Fallas», explicó, ya que a su juicio «no caben más turistas en València», por lo que aboga por «desestacionalizar» la fiesta «y que vaya más allá del 15 al 19 de marzo».

«No es fácil, pero hay que ser osado y plantearlo», dijo un Fuset que se mostró también muy claro sobre el debate de las fechas. «Ni de coña creo que es oportuno cambiar las fechas».

Esther Alba, decana de la Facultad de Geografía e Historia de la Universitat de València, explicó que hay un peso «excesivo» de las Fallas en el centro de València. «Faltan nuevos polos de atracción y descentralizar el turismo cultural y las fallas», recomendó como elemento clave para dinamizar la fiesta.

Por su parte, José Luis Wagner, jefe del Servicio Competitividad de la Agencia Valenciana del Turismo, recalcó que lo importante no es invertir en promocionar aún más las Fallas «sino aprovecharse de ellas para transmitir lo que somos y desestacionalizar nuestra oferta».

El más crítico con la fiesta fue el arquitecto y urbanista, Rafael Rivera, que se preguntó si València terminará limitando la llegada de visitantes como hace Buñol con la Tomatina. «Es verdad que la fiesta es exceso, pero tiene que haber unos límites», recordó y propuso que, por ejemplo, en el Museo Fallero «no exhiban solo ninots, sino que construyan constantemente fallas y las quemen para que los turistas vean lo que son».

Por último, Miguel Ángel Pérez, presidente de la Falla Mossén Sorell Corona, advirtió que si las calles de València se llenan de churrerías y macrofiestas «ese será el turismo que tendremos». «No cabemos más en la ciudad», coincidió con el resto de tertulianos.