El Ayuntamiento de València pondrá límites, o lo intentará, a los apartamentos turísticos en la nueva normativa urbanística del centro histórico saliendo así al paso ante las crecientes quejas vecinales por la saturación de este tipo de negocios que sufren en los barrios del centro histórico. La versión preliminar del Plan Especial de Protección (PEP) de Ciutat Vella, presentado el miércoles, acaba con la compatibilidad del uso residencial y hotelero o de apartamentos turístico en un mismo edificio, excepto en el barrio de San Francesc, por su elevado grado de terciarización, explicaron fuentes de la concejalía de Desarrollo Urbano. Por la vía de la excepcionalidad sí se permitirán los usos hoteleros o de apartamentos que ocupen edificios singulares, como palacios, cuya salida al mercado residencial es complicada.

Para dar solución a los apartamentos turísticos de particulares, la nueva normativa permite lo que se ha venido en llamar «vivienda colaborativa», si bien, fija una serie de exigencias para evitar el descontrol, el más novedoso es que los vecinos podrán vetar que en su edificio haya este tipo de alojamiento turístico. Los propietarios no tendrán que pedir permiso previo a la comunidad, pero el ayuntamiento exigirá al dueño «que no exista rechazo de los vecinos» a la hora de dar la autorización. Las otras tres exigencias son que este tipo de alojamientos turísticos solo podrán alquilarse por tiempo limitado (por un periodo que oscilará entre 60 y 90 días); no se podrán prestar servicios extra; y se exigirá además que la vivienda sea propiedad habitual del arrendador que deberá estar empadronado allí.

Los colectivos ciudadanos que el miércoles asistieron a la presentación de la versión preliminar del plan especial se mostraron, pese a los cambios y restricciones anunciadas, escépticos sobre la efectividad de las mismas para poner límite a los apartamentos turísticos y a los problemas de ruidos, molestias y encarecimiento de la vivienda que comportan. Otra de las consecuencias del boom turístico que vive València ha sido la desaparición progresiva del comercio tradicional, con la falta de relevo generacional y la subida de los alquileres como lastre, que han ido cediendo espacio a las grandes franquicias.

Para proteger el patrimonio y la historia de estos establecimientos el plan especial de Ciutat Vella obligará a los propietarios o arrendatarios a mantener las fachadas y los elementos singulares de la decoración interior. El objetivo del PEP de Ciutat Vella es unificar las normativas del centro histórico dando prioridad al uso residencial para frenar la terciarización y despoblación de los barrios del Carmen, Seu-Xerea, Mercat, Pilar y San Francesc, al tiempo que revisar el catálogo de edificios protegidos y desbloquear las diez unidades de ejecución atascadas desde hace lustros en el centro histórico, entre ellas, la del Palau dels Exarchs y las del famoso Plan de la Muralla islámica. Para rentabilizar el plan de la muralla, el plan para Ciutat Vella del Govern de la Nau prevé eliminar suelo dotacional para aumentar la edificabilidad, especialmente, residencial.