La Confederación de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunitat Valenciana (Cocemfe) ha denunciado un supuesto caso de discriminación que habría sufrido un grupo de personas del centro de día de Velluters por parte del dueño de una pizzería cercana. Según critican éstos, el hostelero les negó una reserva para almorzar por ir en sillas de ruedas el pasado 12 de enero.

«Yo no he discriminado a nadie por ir o no en silla de ruedas, es una cuestión de espacio», alegó a Levante-EMV el propietario del negocio, quien esgrime que era la quinta semana que venía este grupo y que había recibido quejas «de clientes de toda la vida», que no podían acceder a los servicios. «Intenté que estuvieran lo mejor posible, para mí el cliente es lo primero. Pagan y tienen los mismos derechos vayan en silla de ruedas o no, y con ellos tenía cortado el local», argumentó el hostelero.

Según la explicación de Cocemfe, un trabajador social del centro de día telefoneó a la pizzería para reservar una mesa para el almuerzo, como en anteriores ocasiones. No obstante, la respuesta, ese día, fue negativa por parte del dueño del establecimiento. Por ello han interpuesto una reclamación ante la Conselleria de Economía.

El presidente de Cocemfe, Javier Segura, lamentó ayer estos hechos. «El derecho de admisión no debe amparar actitudes claramente discriminatorias por motivo de discapacidad. Estos hechos suponen para quienes los sufren una afrenta especialmente dolorosa, que atenta al derecho a participar en igualdad de condiciones en la vida de la comunidad».

El dueño del restaurante explicó que las personas afectadas eran clientes habituales del establecimiento a la hora del almuerzo y que solían utilizar la terraza. todos los viernes.

Sin embargo, este espacio, que cuenta con cuatro mesas, se quedó pequeño para atender al grupo de personas que iban en silla de ruedas, entre 14 y 16, según el hostelero. «Decidimos probar dentro, pero fue un caos», apuntó.

El local, según asegura el hostelero, tiene un aforo para 40 personas en su interior pero es estrecho y alargado y no está adaptado para tantas sillas de ruedas, por lo que era imposible pasar a los baños y otros clientes se empezaron a quejar. «No puedo bloquear el paso porque se quejan otros clientes», insistió el dueño del negocio, con 22 años de experiencia.