La fiesta de San Vicente Ferrer no ha sufrido los rigores de la Semana Santa en cuanto a su «sacralización» que criticaba el cardenal Antonio Cañizares en las semanas anteriores a su celebración. A pesar de que los altares también son entidades asociativas y a pesar de que en sus programas hay comidas de hermandad, proclamaciones, fiestas de disfraces y hasta una verbena, como la que estaba programada anoche en la carpa de Russafa, barrio en el que la fiesta vicentina conserva muchos rituales que la hace recordar a una gran comisión de falla.

Pero San Vicente ronda en torno a las tallas del «Pare Vicent», las procesiones, la subida y la bajada de la imagen y ese elemento enriquecedor que son los «miracles» que, estos sí, fueron declarados Bien de Interés Cultural en el año 2015 («Es una joya del teatro español por sus varios siglos de supervivencia y los numerosos escritos, todos en valenciano, que lo conforman» dijo la Generalitat) y que, si no fuera porque la lista es larga y los intereses muchos, tiene componentes para aspirar en cualquier momento a ser Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

El arzobispado, además, ha entrado de lleno en la conmemoración que empezará el próximo lunes con el acto inaugural del Año Jubilar. Y con motivo del Año Santo la iglesia quiere «dar a conocer la figura histórica de San Vicente y, sobre todo, proponer el modelo de un hombre de Dios, siempre al servicio de la Iglesia». Quiere la iglesia aprovechar el momento para lanzar un mensaje de evangelización en la diócesis «precisamente por su faceta de predicador y misionero». Y para la comunidad cristiana, el año Santo permite alcanzar la indulgencia, el perdón de los pecados, cumpliendo unos sencillos requisitos, incluyendo el peregrinaje a alguno de los templos jubilares designados para la ocasión.

El año de celebración está representado con un ingenioso logo, en el que la palabra «Vicentino» destaca las dos primeras letras, que en cifras romanas son el número seis, tantos como centenarios se conmemoran del «Tránsito» de Vicente Ferrer, mientras que la letra «T» se agranda en forma de cruz de Cristo.

La festividad de San Vicente Ferrer, como el Corpus o la Virgen de los Desamparados, no se celebra en su día, que es el 5 de abril (la fecha de su fallecimiento), sino que está trasladada al lunes posterior a la Semana Santa como finalización de la Pascua. Durante la jornada de hoy está en la calle con la actividad de los altares y el domingo se combinará con las procesiones y oficios religiosos. Este año, además, con motivo del Año Jubilar, los Campaners de la Catedral de València realizarán mañana, al acabar la misa que inaugura el Año Jubilar, un volteo extraordinario de diez campanas; es decir, todas menos la Catalina, que sólo se incorpora al concierto al completo el día del Corpus. Para cuando altares y procesiones regresen a la ciudad, el 28 y 29 de abril de 2019, habrán finalizado los fastos del centenario, con las conclusiones ya extraídas de si se ha conseguido poner en valor la figura del patrón.