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Narrar con imágenes

Crónica centenaria de la mujer

Rafael Solaz publica "La Dona Valenciana", un recopilatorio de fotografías de 1870 a 1970

Crónica centenaria de la mujer

Hasta la irrupción de la fotografía en el siglo XIX, la representación de la mujer había estado restringida a grabados, esculturas y pinturas principalmente ideadas y diseñadas por hombres que idealizaban y sexualizaban su figura para hacerla deseable ante la mirada de los demás.

De esta forma analiza Rafael Solaz (documentalista, bibliógrafo y colaborador de Levante-EMVLevante-EMV) en "La Dona Valenciana" (que presenta mañana a las siete de la tarde en El Corte Inglés de la calle Colón) la importancia que tuvo y tiene la fotografía para representar a la mujer, no como cuerpo de deseo, sino como persona. Un obra que nace del trabajo de recopilación de 200 imágenes que almacena en una planta baja que es un tesoro para él. Un libro que consigue plasmar, con meras imágenes, una auténtica crónica de la huella de la mujer valenciana por los cien años de historia y evolución que dejó el paso de 1870 a 1970.

Si bien en las primeras fotografías «aún se veían a mujeres encorsetadas, serias, rígidas y conscientes de ese momento», reconoce Solaz, «qué duda cabe que la fotografía facilitó una representación más real de la mujer, aunque fuera sujeta al posado que le indicaba el fotógrafo de turno».

El papel certificador de existencia que jugaron las instantáneas dejó, sin embargo, a la mujer sin recursos fuera de la inmortalización. «En la memoria solo permaneció la representación de una clase burguesa y sus valores como el orden, el bienestar y, ante todo, su poder económico», lamenta.

Nos quedan, a pesar de ello, cientos de fotografías de «tipo costumbrista» de mujeres trabajando en la huerta, en una fábrica, en una fiesta o actos sociales. Los avances y el abaratamiento de esta producción artística y, por tanto, la democratización de la fotografía permitió su acceso a la mujer de «clase humilde».

Pero, «sin duda», la liberación de la imagen de la mujer se ve representada a través de la evolución de su indumentaria. De los recargados, polisonados y encorsetados trajes y los «tocados imposibles» de finales del siglo XIX a los vestidos de los años 20, «con clara influencia europea», y los años 60, «cuando se ve el paso hacia una mujer libre, desenfadada, que reía como signo de seguridad» y empezó a enfundarse el pantalón como seña de libertad. «Una mujer que no era fotografiada para mostrarse a los demás, sino que pensaba en ella misma, que se mostraba tal y como era».

Pero sobre todo es en las imágenes de la II República cuando se empieza a ver una mujer totalmente integrada en trabajos que hasta entonces eran «exclusivos de los hombres». «Era la época de cambios sociales en la mujer época de cambios sociales en la mujerinteresada en demostrar su capacidad para cualquier tarea», concreta Solaz. Sin embargo, con la Guerra Civil y la llegada del franquismo, la libertad que se había fraguado durante décadas se volatilizó. «Se empieza a ver un mujer sumisa más acorde con la moda impuesta por la dictadura. Las faldas se alargaron, los escotes desaparecieron... Todo en orden a la autoridad del marido», indica.

Además, en la colección donde las mujeres anónimas son las protagonistas (a excepción de una, su madre, que además plasma la portada), el autor quiso añadir varias fotografías que tienen textos manuscritos («Nosotras, las magníficas», o « 17 años, soltera y sin compromiso») y que, considera «añaden valor a la crónica».

Solaz, que durante el proceso de selección contempló una y otra vez sus caras y sus gestos, su actividad y sus vestidos..., continua preguntándose: «¿Qué vida habrán tenido estas mujeres ´maltratadas por el retrato de todos nosotros´?», «¿Eran felices a pesar de la supremacía patriarcal a la que fueron expuestas?», «¿Qué historias perdidas habrá en cada una de ellas?». Pero, reconoce, prefiere dejar al lector que «aprecie cada uno de los sentimientos que evocan cientos de imágenes de mujeres valencianas. Cientos de vidas».

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