Los arquitectos no son capaces de ponerse de acuerdo sobre el valor real del edificio del cine Metropol y el concejal de urbanismo, Vicent Sarrià, quiso dejar claro que «el ayuntamiento tiene que regirse por informes técnicos y lo que no puede es correr el riesgo de cometer un delito. Las licencias son un hecho reglado y no podemos paralizar los procesos por una especulación. No tenemos otra opción. Tampoco podemos hacernos cargo de todos los edificios que pueden suscitar dudas porque los derechos económicos de los propietarios son muchos. Ahora bien, con empatía entre las partes sí que se puede negociar para preservar elementos que son memoria histórica de la ciudad».

Este argumento se escuchó durante un coloquio organizado por el Colegio Territorial de Arquitectos, en el que se debatió sobre un local que, paradoja de las paradojas, está justo enfrente de su sede. Así, la diversidad de opiniones fue manifiesta.

Andrés Goerlich, presidente de la fundación de su antepasado se quejaba de que «el respeto a las normas sean rígidas en unos casos y abiertas en otros. Es chocante que el Cine Metropol no tenga protección y otros espacios sí. Si eso es un error, no enmendarlo (es decir, acabar el proceso con una demolición) sería un error mayor».

Lo mismo opinaba Tito Llopis, que considera que «es un edificio importante, un giro a la modernidad. Y si es importante arquitectónicamente, también lo es por ser un cine propiedad de Vicent Miquel Carceller, un personaje importante en la ciudad y represaliado».

Julián Esteban fue tajante: «el edificio no tiene valores para ser conservado» y Roberto Santatecla se remontó al edificio previo «que si hubiese estado protegido (hace 80 años), quizá no habría podido hacerse el cine». El arquitecto municipal Gonzalo Vicente Almazàn también coincidió en que «es una obra menor de Goerlich. Ponerlo al nivel de otras obras suyas no le hace justicia».