Los últimos días están siendo muy convulsos en la organización de la fiesta fallera y han afectado especialmente a la Interagrupación de Fallas. Tanto, que se han dado dos hechos de cierta trascendencia. Primero fue la dimisión de tres miembros de la directiva de la Interagrupación, apenas 24 horas después de la asamblea de presidentes en la que se produjo el enésimo rifirrafe dialéctico entre su presidente, Jesús Hernández Motes, y el concejal Pere Fuset. Dicha reunión se convirtió en una especie de plebiscito que autoimpuso Motes para continuar, aunque se trataba de una apuesta ganadora desde el primer momento.

Tras la polémica por el comunicado en el que se instaba a la fallera mayor de València a tomar partido en la organización de la "dansà" (sin decirlo, una clara invitación a boicotear la sesión del sábado, en la que bailará sola, como había hecho el año anterior Raquel Alario en la sesión con las comisiones de falla) y la salida de tono del edil con la discusión posterior, en la que repartió reproches a los presidentes de agrupaciones y especialmente a él, (de las que posteriormente Motes hizo una parodia) no había una razón objetiva para que los presidentes cuestionaran su futuro si todos no cuestionaban el suyo propio, toda vez que el comunicado había sido aceptado y, por tanto, eran corresponsables del mismo. Fue, pues, una moción de confianza más como pose; nada que ver con la protagonizada meses atrás tras su aparición en una contramanifestación donde se le veía justamente al lado de miembros de extrema derecha. Ya en aquella obtuvo un respaldo casi unánime de sus compañeros. Algunos, además, en las horas previas a la reunión de esta semana habían mostrado en redes sociales su apoyo incondicional. Un partido ganado de antemano.

Pero en dicha reunión se confirmaron tres bajas de miembros emblemáticos del "sindicato de las fallas". Por una parte, su "mano derecha" y amigo personal Pedro Pons, quien ha justificado en el cansancio su salida. Se trata de una dimisión sólo entre paréntesis: pocos dudan que Pons seguirá estando la lado de Motes por una cuestión de lealtad. A ambos les une su sentido crítico contra la gestión del edil de Cultura Festiva.

Pero también se han marchado dos miembros "moderados", pertenecientes, además, a las agrupaciones más numerosas: José Pastor (presidente del Marítimo) y Nico Garcés (Benicalap-Campanar). Dos personas que no han tenido ningún especial protagonismo en las polémicas que han sacudido la complicada relación entre Junta Central Fallera e Interagrupación.

Siendo importantes estas dos salidas, más sorprendente es que, bien entrada la noche del jueves, Jesús Hernández Motes perdió la votación a presidente de su Agrupación, Rascanya. Los presidentes de su distrito optaron por mayoría por la candidatura de Diego García, de la falla Músico Espí. Este cambio puede cercenar la participación de Motes en plenos o asambleas, más allá de la merma de imagen que supone representar a la totalidad de agrupaciones sin tener la voz y el voto de la suya propia.

Diego García intervino en la última asamblea de una forma moderada, solicitando varios cambios en la Memoria Literaria, incluyendo que se hiciera hincapié en que el plante de presidentes en una asamblea del pasado ejercicio se hacía por primera vez, que la ausencia de Pere Fuset de asambleas tuvo entre sus causas la elaboración de una encuesta o reclamando que en dicho texto se incorporara una referencia a los llibrets ganadores de Lo Rat Penat en grandes e infantiles porque "aún siendo una entidad privada, es el concurso más antiguo y merece la pena cuando participan en él más de trescientas fallas", recibiendo las enmiendas el beneplácito del secretario general.