El gremio de panaderos celebra hoy su día con una reivindicación en favor del pan de calidad y de la elaboración tradicional frente a la industrial. Francisco Rozalén, miembro de la federación Fegrepa y uno de los máximos exponentes de esta filosofía en València, asegura que durante la crisis han cerrado un 20% de los establecimientos y que ahora se vive un momento de auge en el que todo el sector debe ayudar ofreciendo un buen producto.

Según Rozalén, los años de la crisis han sido «muy duros» para el sector. «Aquellas tiendas que ofrecían el pan a 20 céntimos o la venta en gasolineras hicieron mucho daño, no se valoraba el producto, pero ese momento ha pasado y ahora la gente valora mucho más lo que come», en un fenómeno similar al que está ocurriendo en la cocina, dice.

Para ello, hace dos años se unieron 600 panaderías de toda España en un proyecto denominado MUM (montar, untar, mojar) cuyo eje central es el pan de masa madre y 16 horas de fermentación. Se trata, según Francisco Rozalén, de «recuperar al consumidor a base de calidad» y lo estan consiguiendo, incluso frente al a las grandes superficies y la produción industrial.

Una de las claves de este éxito está siendo, dice, la colaboración entre todos los profesionales, y aunque muchos de ellos ya se están adaptando a las nuevas tendencias, este panadero de segunda generación insiste en que «hay que recuperar al cliente con pan bueno». «Que el cliente se dé cuenta de la diferencia», insiste.