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Patrimonio histórico

Las salas ocultas del Micalet se habilitarán para descansillos

El cabildo espera el visto bueno de Cultura para abrir la cárcel, la casa del campanero y la sala de campanas

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Se habilitan las salas ocultas del 'Micalet' para que los visitantes descansen

La recuperación de la fachada trasera del siglo XIII de la Catedral de València no es el único proyecto atascado en la Conselleria de Cultura, que lleva más de dos años estudiando la eliminación de un muro, cuyo derribo es necesario para culminar la intervención y dejar a la vista el ábside gótico de la Seo. Hace un año y medio, el arquitecto restaurador de la Catedral, Salvador Vila, presentó un proyecto para la remodelación del interior del «Micalet» o Miguelete, la torre campanario de la Catedral y visita obligada para miles de turistas. El arquitecto presentó una propuesta para habilitar como zonas de descanso para los visitantes las tres estancias que tiene la torre, espacios que apenas se conocen y que en la actualidad están cerradas al público.

El proyecto consiste en habilitar las estancias intermedias de la torre: la cárcel, la casa del campanero y la sala de las campanas, a las que se accede desde la misma escalera que sube al Miguelete. Vila explica que es un proyecto de restauración y mejora con el que se trata de dignificar el monumento, tanto la subida como el acceso a la torre. El arquitecto presentó la propuesta hace un año y medio a la Dirección General de Patrimonio, que debe dar el visto bueno por gozar el monumento gótico de máximo nivel de protección. «No hemos tenido respuesta, ni en un sentido ni en otro, ni siquiera para pedirnos más información», lamenta Vila. El arquitecto recuerda que los propietarios del patrimonio histórico, en este caso la Iglesia, son responsables de su mantenimiento y de las posibles reclamaciones por el deficiente estado del mismo.

Infartos y embotellamientos

Los desfallecimientos tras la subida al «Micalet» son habituales. A finales de 2015 murió en la terraza un hombre tras sufrir un infarto. El objetivo de las zonas de descanso es mejorar las condiciones de la visita al Micalet y evitar que se repitan episodios tan funestos.

La idea de contemplar la ciudad desde las alturas seduce a la mayoría de turistas que visitan la Catedral, por la que pasan 300.000 visitantes al año (cifra que no ha parado de crecer). Sin embargo, para aventurarse por su angosta escalera de caracol y subir sus 207 escalones de piedra (estrechos, altos e incómodos) hay que estar en relativa buena forma. Subirla de un tirón es difícil y los embotellamientos provocados por los que se paran para recuperar el aliento son habituales.

Con esta intervención se realzan además elementos como el acceso, con sus curiosas bóvedas nervadas.

En la subida al Micalet el visitante se encuentra con las puertas de las estancias intermedias, las que ahora se quieren habilitar como zona de descanso para los visitantes.

El Micalet tiene cuatro cuerpos y tres salas. El primero es macizo y en el solo hay hueco para el agujero helicoidal de la escalera.

En el segundo, está la prisión o asilo de los refugiados porque allí se refugiaban los perseguidos por la justicia que pedían el amparo y protección de la Iglesia. Es una sala octogonal abovedada con una sola ventana.

En el tercer cuerpo está la casa del «campaner», que tenía derecho a vivienda en la torre y de la que se hizo uso hasta entrado el siglo XX. En el techo de esta sala hay un agujero que comunica con la tercera sala, la de las campanas, y por la cual y a través de cuerdas el campanero podía realizar el toque de campanas más sencillas.

En el cuarto y último cuerpo, está la sala de las campanas, con bóvedas de crucería y ocho ventanas decoradas con tracería gótica, donde se encuentran once de las trece campanas de la torre (las otras dos están en la terraza). En este último nivel sobresalen las gárgolas.

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