Laura Ballester, Valencia

Si en Valencia llegaron a construirse 258 refugios durante la guerra civil para proteger a los ciudadanos de las bombas que lanzaban los aviones fascistas, no resulta extraño que en el mismo Ayuntamiento de Valencia exista un refugio antiaéreo. Se encuentra «bajo la ampliación del garaje, detrás del hemiciclo municipal», según explica José María Azkárraga, de la Universitat de València, que ultima la Guía Urbana de la ciudad durante la II República que incluirá una «pequeña muestra de arquitectura racionalista valenciana». Azkárraga ha sido quien ha reencontrado el refugio antiaéreo del ayuntamiento, o la Casa Gran, junto a Juan Soto, concejal del PSPV, y Matías Alonso, asesor del grupo municipal socialista y miembro de la Fundació Societat i Progrés, que también colabora en la guia republicana que se prepara.

«El refugio se construyó para proteger a los alumnos del grupo escolar que durante la guerra funcionó en la parte trasera del edificio del ayuntamiento», explica Azkárraga. «Y conserva perfectamente su estructura: cinco galerías paralelas (de unos 10 metros de profundidad) a las que se accede por un pasillo transversal que a su vez une las dos escaleras de acceso».

El arquitecto fue José Luis Testor Gómez, uno de los tres que firmó la mayoría de refugios antiaéreos de la ciudad (junto a Luis Costa Serrano y Antonio Gómez Davo). Testor Gómez también es el autor de los refugios del Instituto Lluís Vives (donde se solicitó que se habilitara un museo sobre la guerra civil) y el de los grupos escolares, ya demolidos, de Octubre y de Quart extramuros o el colegio Cervantes, recuerda Azkárraga.

Sencillos pero de hormigón armado

Los subterráneos antiaéreos de Valencia destacan por «los aspectos interesantes en la planta de los refugios, la sencillez de sus diseños, muy bien pensados, y la novedosa incorporación del hormigón armado y el hierro forjado como materiales de construcción», según explicaba el arquitecto, Francisco Taberner, en un estudio que hizo en 2001 para el ayuntamiento. El concejal Juan Soto insiste en la necesidad de preservar los refugios como bien de relevancia local «antes de que sea demasiado tarde». Y aunque el PP rechazó en 2004 esta posibilidad, el PSPV pedirá que el refugio del ayuntamiento se pueda visitar y acoja una sala de exposiciones. Hoy es un almacén lleno de papeles viejos que nadie echa en falta.