Sino, en gallego, significa campana. Y ese es el topónimo del lugar de la periferia coruñesa donde se ubica esta casa, al borde de un bosque que se ha preservado de la abrumadora expansión de la ciudad. La parcela, casi un barranco, tiene amplias panorámicas hacia el norte pero, por el resto de sus lindes, está rodeada de construcciones poco atractivas.

Estos ingredientes, junto con los sueños de los arquitectos Ana Sogo López y Plácido Lizancos Mora, que construían para sí mismos, son el germen de esta vivienda y estudio.

La pareja de arquitectos se marcó como premisa minimizar el impacto sobre el lugar y gastar poco. Así, la casa se hace permeable a la vista y se adapta a la topografía original del terreno. Para ahorrar costes, se usaron recursos y materiales comunes en Galicia, huyendo expresamente de todo lo que pudiera ser exquisito o costoso.

El edificio se planteó de tal modo que se pudiera aprovechar el sol y su luz hacia el mediodía, y con aperturas al norte que permitieran disfrutar de las bonitas vistas sobre la ría. Todo ello teniendo en cuenta la cercanía de las viviendas vecinas, para garantizar al máximo la privacidad.

Tratándose de encajar un programa doble –vivienda y estudio profesional–, era preciso independizar ambas zonas, e incluso tener en cuenta que el hijo pudiera habitar una parte de ella de modo independiente.

El estudio se sitúa en el nivel inferior, con un acceso independiente pero comunicado interiormente con la vivienda. En este espacio se mantiene una roca que apareció en los trabajos de excavación.

El acceso a la vivienda propiamente dicha se realiza desde la vía situada nueve metros más arriba. "Hemos intentado que el fuerte desnivel de la parcela no condicionara nuestra vida ni siquiera en la vejez –explican los arquitectos–. Por ello todas las dependencias necesarias para la vida se encuentran en el nivel intermedio, conectado con el exterior por una rampa practicable".

En el intento por liberar los espacios de todo lo superfluo y poder variar la organización funcional, se han eliminado radiadores, lámparas y ventanas practicables. La calefacción se oculta en el suelo y la iluminación es a base de fluorescentes que bañan las paredes o el suelo. La ventilación se resuelve con estrechos huecos que sólo permiten la entrada de aire, por lo que no se necesitan rejas de protección.