"Se ha hecho mucho más de lo que parece", explica la arquitecta Anna Noguera sobre esta finca situada en el Barri Vell de Girona, junto a una de las antiguas puertas de la muralla romana, la llamada Rufina. Y, sin embargo, viendo la rehabilitación, la sensación es que ésta ha sido totalmente respetuosa con la larga historia que atesoran sus paredes.

Es difícil determinar su antigüedad, pero en el edificio se han encontrado restos romanos -visibles en el garaje- y medievales, aunque la transformación más importante la realizó el prior Esteve Arrufat en el siglo XVI -de esa época se conservan la fachada principal, techos artesonados y una cisterna-.

Posteriormente, sufrió múltiples reformas, remontes y añadidos, hasta caer en un estado ruinoso. La arquitecta planeaba que fuera la residencia habitual de su familia, pero después de tres años de obras decidieron convertirla en dos apartamentos que se alquilan para estancias cortas.

"La vida en el siglo XVI era austera y sin lujos -explica Noguera-. Y yo quería conectar con aquella austeridad". Por ello se decidió por una intervención reducida a lo más esencial y sin perder de vista el diálogo entre lo nuevo y lo antiguo, aunque los elementos del pasado se han interpretado no tanto desde una óptica histórica como teniendo en cuenta sus cualidades más arquitectónicas.

La edificación se divide en dos crujías, una con fachada a la calle y la otra hacia el patio y el jardín.

Se derribó un cuerpo añadido en uno de los lados que desfiguraba los volúmenes originales, lo que permitió nuevas visuales y ganar espacio en el jardín. Las piedras obtenidas de la demolición se reutilizaron en la restauración. En la primera planta se sitúa un apartamento que disfruta del patio con jardín y cisterna -con cuya agua se riega el espacio-, mientras que la segunda y la tercera las ocupa un dúplex -el que se muestra en estas fotos- con tres dormitorios, salón y cocina.

La escalera original, que extrañamente estaba en el centro de la casa y dividía un gran arco, se desplazó a la intersección entre las dos crujías. A partir de la nueva escalera, se distribuyen los nuevos espacios, absolutamente modernos y, sin embargo, cargados de historia.