Las casas antiguas tienen un encanto singular; pueden acoger vidas con un calor difícilmente vivido en una casa totalmente nueva. Hoy les mostramos un dúplex en el casco antiguo de Palma, ligado a la historia más elegante de esta ciudad. De 280 metros cuadrados, con cuatro dormitorios dobles, grandes salones, comedor con vistas al casco antiguo, una magnifica biblioteca, cocina "office" y terraza cubierta, es el ejemplo de un estilo de vida que vuelve por sus fueros con la revalorización que estas casas, durante años obsoletas, han vivido en los últimos años gracias al interés que mostraron compradores extranjeros fundamentalmente. Además, dispone de un amplio desván que se puede convertir en una terraza con vistas. Un regalo.

La vivienda, reformada íntegramente en 2009, conserva muchos detalles de la construcción original que aportan carácter y respeto por un pasado elegante al que se ha querido unir la modernidad a través de los últimos avances tecnológicos y las nuevas necesidades. O imprescindibles, como el ascensor y las plazas de garaje, inexistentes cuando el edificio, donde se encuentra la vivienda hoy gestionada por David Escribano de Durendesa, se construyó. La casa perteneció originariamente a una conocida e importante familia palmesana que decidió, a principios del siglo XIX, construir un edificio que representara su grandeza. Al morir su propietario, y como en otras grandes casas, se optó por dividir la casa en ocho viviendas. Hoy les mostramos una de ellas, la que ocupa la planta noble.

El edificio ha vivido varias vidas con el paso de los años y las modas, y lógicamente ha sufrido varias restauraciones. Decimos bien, "sufrido", porque las intervenciones no siempre son acertadas. En cambio, en la última restauración, la que realizaron los propietarios actuales hace cinco años y medio cuando decidieron convertirla en su casa, se buscó en todo momento respetar el origen, la historia, y centrarse en la obra desde el concepto de la restauración más que el de la reforma. Hay pisos en los que no se puede acometer una reforma, sino una restauración; esto es, se busca mantener las características principales de la vivienda en la medida de lo posible, y únicamente intervenir en instalaciones eléctricas o sanitarias, que pueden ser cambiadas desde el respeto al diseño original sin quedarse a medio camino. Fue una magnífica idea intentar que la intervención fuera lo más sostenible posible aprovechando todos los materiales, puertas y ventanas en buenas condiciones, pero también eligiendo muy bien los nuevos materiales comprados.

Por supuesto, la casa ha pasado todos los controles obligatorios como edificio catalogado que es y su estructura (fundamental cuando se trata de obras antiguas) está en perfecto estado. Desde el inicio de la reforma, las mejoras no han hecho más que incrementarse. La última ha consistido en instalar un moderno ascensor integrado perfectamente en el antiguo patio mallorquín, una auténtica joya arquitectónica a la que hay que añadir los artesonados de madera de los techos. Algunos, como los de la habitación principal, están pintados al óleo y de ellos cuelga una lámpara de cristal de Murano.

Las puertas y ventanas conservan sus herrajes antiguos. Se dio vida a la antigua chimenea del comedor y al arco de marés del salón principal, dónde también se restauraron las valiosas vidrieras del ventanal del salón, encargadas de regalar una luz única, a veces decadente y otras nostálgica, pero siempre bella. Una vida arriba y otra abajo, como en la popular serie inglesa de los años ochenta, interpretada en una casa urbana y señorial de la Palma del siglo XXI cada vez más orgullosa de sí misma.