El verano ya está a la vuelta de la esquina y es el momento de preparar el jardín para disfrutar del calor del sol entre hermosas flores. Conseguirlo es bastante más fácil de lo que parece siguiendo unas pautas básicas que aseguren que las plagas o las altas temperaturas no arruinen la idílica escena.

Con estas cuatro recomendaciones cualquier jardín gozará de un estado óptimo y se convertirá en la envidia de todo el vecindario:

Cuidar el césped. El sol, aunque necesario para las plantas, puede volverse en su contra durante el verano debido al excesivo calor. Para protegerlo, bastará con cortarlo una vez a la semana o cada diez días en el mes de junio, dejando la hierba más alta según vayan subiendo las temperaturas para mantener la humedad. Ya en julio, habrá que aportar nutrientes con un abono de liberación lenta para reponerlo.

Regar con mayor asiduidad: El calor también obligará a humedecer el césped y regar las plantas a diario, de manera que las altas temperaturas no pasen factura a la salud del jardín.

Podar los árboles y arbustos. La época estival es el momento ideal para deshacerse de las ramas secas y las flores marchitas de primavera gracias a que los cortes cicatrizan más rápido. Las coníferas deberán esperar hasta mediados de agosto y es recomendable comprobar que el sistema de riego no se encuentre obstaculizado por el crecimiento de los meses pasados. Además, podremos dotar al jardín de una nueva estética retocando setos y trepadoras.

Proteger las plantas y flores. Los tallos florecidos de hortensias y rosales deben ser podados para que aparezcan nuevos brotes más fuertes. Hay que tener un especial cuidado durante el mes de agosto con las plagas y los insectos típicos de esta época, como la polilla del geranio o la mosca blanca y dejar de abonar las plantas en flor.