Un mundo postapocalíptico, sobre el que sabemos tirando a poco, donde los espantos y las atrocidades abundan. Un orden distópico, marcado por las huellas de una guerra y por la orden religiosa (y totalitaria, y armada) de rigor. Un personaje principal con perfil de antihéroe y con un secreto horrible a cuestas. Sumemos todo esto, y no nos saldrá nada demasiado novedoso: desde los viejos tiempos de Frank Miller, o desde la llegada masiva del manga y el anime a Occidente a finales de los 80, cómics como el que acabamos de describir no resultan demasiado chocantes.

Sigue leyendo en