El noruego Magnus Carlsen (Baerum, Akershus (Noruega), 1990) acaba de destronar al indio Viswanathan Anand como monarca del ajedrez. Recién cumplidos los 23 años, Carlsen se ha convertido en el vigésimo campeón mundial de la historia del ajedrez y en el segundo más joven tras el ruso Gari Kasparov, que lo logró con 22 años y siete meses.

Conocido mundialmente como Mozart por su juego armónico e imaginativo, Kasparov definió a este joven noruego como una mezcla entre Anatoli Karpov y Bobby Fischer, mientras la revista 'Cosmopolitan' lo ha elegido uno de los hombres más sexys del planeta y 'Time' le ha incluido entre las cien personas más influyentes del mundo.

De Karpov tiene Carlsen la comprensión teórica del juego y su gran repertorio de aperturas; de Fischer, algo aventurero y lúdico que lo lleva a seguir peleando partidas que parecen perdidas como ocurrió con su quinta victoria ante Anand en la lucha por el título mundial.

En su país, Carlsen es un héroe nacional a la altura de Petter Northug y Marit Bjørgen, figuras mundiales del esquí nórdico, el deporte más popular en este país. La 'fiebre Carlsen' en Noruega ha llevado al canal público NRK a retransmitir en directo sus partidas de la final mundial contra el indio Viswanathan Anand, logrando unas audiencias similares a las del esquí nórdico y sensiblemente superiores a la de la selección de fútbol.

En las redes sociales también se ha convertido en un fenómeno y hasta la primera ministra noruega, la conservadora Erna Solberg, se unió a la campaña para apoyarlo en la consecución del cetro mundial.

Nacido en Tonsberg, a las afueras de Oslo, a Sven Magnus Øen Carlsen (30 de noviembre de 1993) fue su padre Henrik, un ingeniero apasionado del ajedrez, quien le enseñó a jugar a los cinco años, cuando ya había dado muestras de su capacidad nemotécnica memorizando por ejemplo los nombres y población de los 430 ayuntamientos de Noruega. Hoy se sabe que su coeficiente intelectual alcanza los 186 puntos, sólo uno menos que el de Albert Einstein.

Pero el niño Carlsen no mostró especial interés o aptitud para el ajedrez hasta que un par de años más tarde vio a su padre jugar con su hermana mayor, Ellen. Aquello despertó su afán competitivo y empezó a volcarse en el juego y a estudiarlo por su cuenta.

Un detalle curioso es que, según ha dicho en diversas declaraciones de prensa, en su formación como ajedrecista el uso de ordenadores y bancos de datos fue tardío y, para él, relativamente secundario. "Utilizo el ordenador para el análisis pero creo que hay cosas que sólo se ven ante el tablero", reconocía recientemente en una entrevista con el semanario alemán "Die Zeit".

Su evolución fue meteórica, y en 2003 la familia se tomó un año sabático para viajar por Europa (pasó un par de semanas en Mérida) y acompañarlo en los principales torneos, igual que han hecho Henrik y Ellen en este mundial.

Fue al año siguiente cuando se estableció en la élite mundial y con 13 años y 4 meses se convirtió en el segundo Gran Maestro más joven de la historia hasta entonces.

Un mes antes, en un torneo de partidas rápidas en Reikiavik, fue capaz de derrotar a Karpov y empatar con Kasparov en una partida en la que minutos antes del comienzo se le veía esperando a su rival mientras leía un cómic del Pato Donald.

El título mundial ha sido la culminación de una trayectoria marcada por la excelencia: con 15 años ya era uno de los cien mejores del mundo; con 17 entraba en el "top 10" y desde enero de 2010 ha sido el número uno salvo en un par de cortos intervalos.

Dotado de una memoria fotográfica, a principios de año batía el récord histórico de puntuación ELO de Kasparov con 2.849 unidades, y posteriormente se ganaba el derecho a ser el rival de Anand al imponerse en el torneo de candidatos disputado en Londres al ruso Vladimir Kramnik, excampeón mundial y su ídolo, en un final agónico que lo dejó exhausto al tener problemas con el reloj. Por eso en el Mundial disputado ahora en Madrás se ha mantenido aislado sin leer internet ni la prensa para tratar de reducir la enorme presión que ha soportado como favorito indiscutible.

"Vengo a ganar, está claro. No tiene sentido ir a un campeonato así sin estar convencido", decía con naturalidad en una entrevista previa a su duelo con Anand, campeón mundial desde 2007, más como muestra de seguridad que de arrogancia de alguien que explica su éxito porque nunca ha perdido la alegría por el ajedrez, en el que admite piensa "casi todo el día".

Y cuando no lo hace, le gusta disfrutar de su familia y de sus amigos o practicar una de sus pasiones favoritas, el fútbol -es un apasionado seguidor del Real Madrid, según su mánager-, jugando de lateral izquierdo en el Fremad Famagusta, un equipo de la Sexta División noruega.