Ella es Bene. Tres años han pasado desde que sufrió un grave accidente. Fue encontrada por la protectora Asoca El Grande en Alicante, con la pata destrozada. La recogieron y la llevaron con urgencia al veterinario que, viendo la complejidad del caso se puso en contacto con Álvaro Chasán, conocido por luchar cada caso hasta agotar todas las opciones posibles.

La pata herida tenía 7 cm menos de hueso con respecto a las otras y tenía una gran infección. La primera fase era desinfectar la herida a fondo y probar aplicando un tratamiento con células madre para intentar regenerar el hueso. Durante este tratamiento se tenía que estabilizar el hueso de alguna forma, para lo que se utilizó un fijador externo. Pero tras cinco meses con este tratamiento, el fijador no aguantó el peso y se partió. Volvió a aflorar la infección, el hueso se volvió osteoporósico, se empezó a deshacer y a reabsorberse. Se había convertido en un hueso vago sin apenas posibilidades de poder volver a crecer. Bene volvía a estar en el mismo punto que al principio.

Chasán siguió investigando diferentes técnicas para que el hueso infectado volviera a ser activo. En esta búsqueda encuentra unos estudios en los que se habla de las estructuras de titanio poroso, que integran mejor las prótesis tras una fractura y favorecen la recuperación ósea. Estas nuevas biomoléculas son capaces de señalizar a las células encargadas de la regeneración ósea el camino más directo hacia las zonas donde existe el problema y es necesaria la nueva fabricación de hueso. De este modo, la estructura porosa permite que estos señalizadores puedan anclarse entre sus poros y dirigir a las células para que éstas ocupen dichos huecos. Esta técnica había dado resultados positivos, implantada en huesos sanos y con fracturas que necesitaban un crecimiento máximo de 2 centímetros.

"El caso de Bene era mucho más complejo, ya que su hueso estaba infectado y teníamos que conseguir que creciese más del triple de lo que se había logrado en los estudios, un total de 7 centímetros. Pero llegados a este punto era la única opción que nos daba mínimas posibilidades de lograr su recuperación, así que lo hicimos", explican desde la clínica.

"Bene llevaba muchos meses viviendo en la clínica de Medivet Veterinarios. Los días pasaban y pese a su situación, ella sólo tenía cariño para darnos. Siempre se mantuvo con ese brillo en la mirada que no nos permitía rendirnos", aseguran.

Tras un tiempo, la estructura de titanio poroso empezó a dar los resultados deseados. El hueso se activó y empezó a regenerarse poco a poco. Esta técnica permitió que Bene pudiese apoyar la pata, lo que le ayudó a fortalecerla y que empezase a cicatrizar. Más de un año fue necesario para lograr que el hueso creciese los 7 centímetros que necesitaba para igualarse a las otras patas.

"Durante este tiempo Bene se convirtió en parte de nuestra familia. Era el alma de la clínica y su presencia nos hacía recordar que nada es imposible. No tardó en surgir con nuestra clienta María José una conexión especial. Ella tiene a su cuidado a David, un perrito que adoramos y no pudo evitar enamorarse de Bene", aseguran. Después, se hicieron los trámites necesarios para que pudiera tenerla en acogida en su casa y tras varios meses de convivencia ya son inseparables. La adopción definitiva fue el siguiente paso.

"Tras años de lucha, la semana pasada vino a su revisión y podemos decir que la herida está totalmente cicatrizada. María José se ha encargado de curarle el resto de heridas, las que no se ven, las del alma. Y en su mirada no hay rastro de aquellos días, sólo vemos la fortaleza que le hizo salir adelante", finalizan.