Cuando una persona encuentra un animal abandonado y lo cuida hasta lograr encontrarle a alguien que lo adopte, lo hace pensando en el bienestar del animal y esperando haber escogido bien a la persona que deba cuidarle. Siempre es recomendable firmar un documento o contrato donde se recojan las obligaciones de cada una de las partes respecto del animal. En dicho 'contrato' deben constar los datos identificativos de quien entrega el animal y quien lo adopta, así como expresarse las obligaciones de cada una de ellas, y prever lo que puede ocurrir en caso de no cumplirlas.

¿Por qué resulta conveniente firmar un contrato de adopción? Para la persona que entrega al animal en adopción supone una garantía de que el animal estará bien cuidado, que se cumplirán las obligaciones que atañen la tenencia de un animal e incluso que, en caso de incumplirlas o que el animal no sea cuidado de forma adecuada, poder recuperarlo. Para la persona que adopta supone una prueba del origen del animal, le protege frente a terceras personas que le puedan reclamar al animal, en el sentido de que podrá demostrar la fecha de la adopción y qué persona se lo entregó.

Igualmente, el contrato acreditará que es la persona adoptante, por lo que, salvo incumplimiento de las obligaciones contenidas en el mismo, no se le podrá reclamar el animal. Pero, sobre todo, supone un instrumento de protección del animal, en cuanto que no sólo se identifica a la persona que se va a hacer responsable de su cuidado y atenciones, sino que se establece la obligación de cumplir con los cuidados y atenciones que implica su tenencia y, en caso de incumplirlos, el animal puede tener la posibilidad de volver con la persona que lo dio en adopción.