El olfato, como sentido que nunca descansa, ni siquiera cuando dormimos, está expuesto a continuos estímulos e íntimamente ligado a las sensaciones y los recuerdos: el perfume de la madre, el del primer novio, el que usamos de niños o el que acabamos de comprar. Todo perfume provoca emoción, la variedad e intensidad de esta impresión la marca el momento y la persona.

Pero no todos respondemos igual, pero en general, los perfumes con aroma a lavanda, producen serenidad y calma; las fragancias con notas de rosa, sándalo y vetiver son relajantes; mientras que las que las contienen esencias de cítricos son estimulantes. Hay aromas capaces de estimular nuestra libido como el pachuli, o que nos ponen alegres como la bergamota. ¿Los mejores aromas para aclarar ideas? Los que contengan notas de de menta, pino y romero.

La elección del perfume no es solo una cuestión de gusto. Cuando esta Navidad regalemos perfume busquemos entre sus componentes aquellas notas que provoquen las sensaciones que buscamos, y ante la duda para regalarse o regalar pensemos, como somos o como queremos ser:

La elegante: Se perfuma por refinamiento. Es refinada, atemporal, valiosa, emocionante, auténtica, lujosa, tradicional, sutil y romántica

La seductora: Lo hace para seducir. Es provocadora, sexy, misteriosa, glamorosa, sensual, pícara, fantasiosa, irresistible, voluptuosa.

La natural: Se perfuma para sentirse bien. Pura, serena, dinámica, sencillez, armonía, envolvente, emocionante.

La mujer niña: Busca resaltar su personalidad. Despreocupada, alegre, fantasiosa, urbana, chispeante, enérgica, ternura y estimulante.