La aproximación masculina a los cuidados personales es pragmática: productos fáciles de usar, invisibles y que ofrezcan resultados rápidos. El concepto de estar más atractivos tiene mucho que ver con sentirse cómodos con su piel y, conforme pasan los años, presentar un aspecto fresco y rejuvenecido, que les permita, sobre todo, mantenerse en primera línea en el complicado frente laboral.

La piel del hombre envejece más tarde que la de mujer, pero de forma más brusca. Es más grasa (produce hasta un 75% más de sebo), lo que se traduce en una mayor propensión a los poros abiertos, granos y brillos. El estrés, la contaminación urbana, la dieta y el consumo de tabaco y alcohol se reflejan en su aspecto y, con la edad, las necesidades varían. La excepción es la protección solar, imprescindible a todas las edades, sobre todo cuando se practican deportes al aire libre.

Entre los 20 y los 35 años. Limpieza y afeitado.

La piel masculina en este periodo, en general, está bastante hidratada -si es grasa o tiende a los brillos, hay que buscar productos oil-free-, pero puede tener focos de acné y puntos negros en la nariz y las mejillas. La limpieza diaria, con jabones y tónicos purificantes y, una o dos veces por semana, un gel exfoliante suave para eliminar células muertas y ablandar la piel antes del afeitado mejorarán su aspecto. Hay exfoliantes específicos para pieles grasas y otros, menos granulosos, que van mejor a las pieles sensibles.

"Los productos para estas pieles deben fomentar la regeneración cutánea y reforzar la resistencia contra los efectos del medio ambiente", dice Paz Torralba, propietaria de The Beauty Concept, un centro puntero con zona hombres.

Como la barba se endurece en la treintena, es mejor afeitarse justo después de la ducha, cuando el agua caliente y el vapor ayudan a que los poros se abran y el vello se ablande. Después, un after shave calmante, hidratante y sin alcohol deja la piel fresca todo el día.

35-45 años. Flacidez, bolsas y ojeras.

A partir de los 30 es buen momento para estrenar contornos de ojos que disimulen ojeras y líneas de expresión y deshinchen las bolsas bajo los ojos. Los productos en roll on son los más prácticos; descansan e hidratan la zona con un simple gesto. Si se guardan en la zona más templada de la nevera, potencian su efecto refrescante.

A los 35 se agradecen los sérums y cremas hidratantes, que retrasan la aparición de arrugas, y algunos hombres empiezan a recurrir a tratamientos médico-estéticos. "Les pautamos sesiones de vitaminas y ácido hialurónico cada seis meses", indica la doctora M. Rosa García Maroto, de la Clínica de la Fuente.

La flacidez, que provoca el descolgamiento visible de las facciones, suele aparecer a los 40 años; muchos hombres aprovechan la barba para ocultarlo.

Las fórmulas antienvejecimiento ayudan a minimizar las arrugas verticales de la frente y tratan una piel que tiende a ser más seca y a irritarse con facilidad. "Es importante usar un tratamiento que ayude a reparar la capa hidrolipídica después del afeitado y a proteger, revitalizar y fortalecer su epidermis", aconseja Paz Torralba.

A partir de los 50. Manchas y correcciones.

La aparición de manchas en la piel, provocadas por el sol, envejece el aspecto. Los peelings realizados por médicos especialistas, los tratamientos con láser, rellenos con ácido hialurónico y la aplicación de toxina botulínica (conocida como bótox) en las arrugas del ceño están a la orden del día. Quienes pasan por el quirófano "optan, sobre todo, por la blefaroplastia inferior para eliminar las bolsas bajo los ojos y por la liposucción que reduce la grasa en cintura y abdomen", apunta el doctor Antonio de la Fuente. Otras pequeñas intervenciones pueden ser para corregir los párpados caídos y la papada y los microinjertos capilares, la solución más efectiva (y cara) para ganar densidad y disimular entradas y claros en el cabello.