Sí, se trata de cine, de cine español y de los Premios Goya. De cultura. De (un poquito) de reivindicación. Pero la moda, desde que Hollywood se inventó la alfombra roja, también cuenta. Que se lo digan a los estilistas, que pasan meses pugnando por una actriz o un vestido. Pero es que, además, la indumentaria es mucho más que fachada. Puede que sea un sueño, una película más, una ilusión que se desvanece a medianoche cuando hay que devolver la ropa y desmaquillar el rostro y volver al curro, y a veces el teléfono no suena (¿verdad, Candela Peña?) pero también cuenta historias.

Historias como la de Ana Belén (Goya de honor) con el ya fallecido Jesús Del Pozo. La actriz y cantante y el prodigioso diseñador de las formas arquitectónicas fueron como Audrey Hepburn y Hubert de Givenchy. Ana Belén no podía elegir otro vestido para la noche que no fuera un Del Pozo, ahora en manos de otro gigante, Josep Font. Su espectacular diseño en suave malva (Bárbara Lennie eligió el mismo color) solo tuvo como rival, en la liga de la alta costura, con el Stephane Rolland que la modelo Nieves Álvarez se trajo desde la pasarela de París. Ambos con un volumen escultural en el escote, en blanco y negro el de la top.

La moda, como el cine, cuenta historias. Y si de eso se trata, la noche fue suave, blanca, muy blanca, o empolvada. El color de la paz se llevó la palma. La 'guerra' se había librado antes, o por detrás. Una batalla de patrocinios, imperios del perfume -que sostienen en buena medida la industria de la moda- y ataques de los clones. El veto del grupo Puig, indignado porque una firma low cost denunciada por ellos por competencia desleal plante su logo en el photocall, dejó fuera de la alfombra roja los Carolina Herrera, Paco Rabanne, Nina Ricci o Gaultier. Una historia contada con ausencias.

Más historias. Cuca Escribano -y su diseñador- le dieron una vuelta de tuerca a la camiseta-pancarta. La versión elegancia la encontrarán en el chal con mensaje que llevaba la actriz: 'Más personajes femeninos', se podía leer sobre su falda beige y negra. La brecha de género, también en el cine.

El blanco, el color novia de la pasada edición, volvió a dominar en la alfombra roja. El 'white is the new black' lleva un tiempo instalado en los Oscar o los Globos y, por supuesto, en las pasarelas del mundo. Níveas acudieron Antonia San Juan -con capa de Juanjo Oliva, parecidísima a la de Tom Ford y Gwyneth Paltrow en los Oscar 2012-, María León del mismo creador pero en versión más indie y con escote kimono, la estilista Natalia Ferviú (Leyre Valiente) en cut-out, Natalia Sánchez, Ruth Díaz (Fernando Claro costura), Belén Cuesta, Candela Peña (que optó por el esmoquin), Michelle Jenner (de Dior), Elena Ballesteros (también internacional, de Monique Lhullier) o Juana Acosta, que arrastraba una imponente cola.

Ana Álvarez se marca un Rania

También hubo rosas, maquillajes y tonos empolvados en general sobre la alfombra roja. Suave es la noche. Mención especial merece el vestido de terciopelo rosa pálido firmado por Teresa Helbig con bordados de entrefino de oro y mangas acampanadas que vistió Cristina Brondo. Teresa Helbig se ha ganado un merecido puesto entre las más deseadas por las nuevas generaciones de actrices. Sonaron más nombres de jóvenes diseñadores. Ana Álvarez, por ejemplo, se marcó un Rania (en la boda de Felipe y Letizia) con camisa blanca y falda larga berenjena de Ulises Mérida.

Aunque hubo vibrantes -e interesantes- estallidos de color. El más innovador, el mono pantalón amarillo limón con falda cola de Toni Acosta. Era un trabajo exclusivo de Alicia Rueda. Una cola de caballo tirante y unos labios burdeos y no hacía falta más. Magnífica. A prueba de supersticiones también María Botto, con volante en el bajo. Por el rojo, uno de los clásicos, se decantaron Cristina Castaño (Versace), Leonor Watling (Alberta Ferretti), Paula Echevarría e Ingrid García Jonsson .

Penélope Cruz encabezó la elección del otro gran clásico, el negro. Ella jugó con brillos y mates y la vistió Versace. Nerea Camacho combinó su Dsquared2 con un choker de perlas, de cinco vueltas, y Miriam Giovanelli le dio un toque italiano, de color y arty a su look. Silvia Pérez Cruz o Carmen Machi eligieron 'nero'. Amaya Salamanca fue más allá con un Pronovias dark.

No faltaron los dorados. La sirena más sirena en la alfombra roja fue Mar Saura. Y los vestidos-joya como el de Cayetana Guillén Cuervo, con una red brillante 100% artesanía de Santos Costura. Natalia de Molina se puso un Stella McCartney nude y lencero y Anna Castillo se echó años con un maravilloso, eso sí, Georges Chakra encolado. Se esperaban escotes vertiginosos, hasta la cintura, pero no hubo tantos. Sí el de la reivindicativa Cuca Escribano o el atrevido de Natalia Sánchez, y sobre todo el de Manuela Vellés, de azul y de Ana Locking. Un modelo para no olvidar el de mangas perdidas e infinitas y pájaros de Alicia Rueda para Leticia Dolera. Clara Lago prefirió el halter.

Bárbara Lennie, una de las mejor vestidas siempre, acertó vistiéndose de hada posmoderna envuelta en volantes malvas y detalles dorados. Una auténtica, de nuevo, 'magical girl'. De Gucci.

En cuanto a los hombres, esmoquin, esmoquin, esmoquin, salvo pocas, poquísimas excepciones. La mayoría, negros, si acaso con pajaritas grandes o de fantasía como Brays Efe, alter ego de Paquita Salas. Amenábar la cambió por una corbata fina tarantiniana. Guapos, Jesús Castro, de Armani, Javier Rey de Pedro del Hierro, o Miguel Ángel Muñoz y, claro, Antonio de la Torre o Raúl Arévalo. No hay palabras para explicar cómo lleva el tuxedo Andrés Velencoso. Álex García se abrigó con terciopelo y llevó la pajarita blanca; Dani Rovira, presentador, llevó dos.

La nota divergente la pusieron Guillermo Montesinos, de gris plata, Paco León chaqueta blanca, algunos azules y el epatante rosa de Edu Casanova acompañado de un cabello platino. Valiente, Y cómo no, Aldo Comas con un esmoquin al que Avenalleda imprimió besos dalinianos en la espalda, sin calcetines y con un escorpión en la solapa. Junto con Macarena Gómez, menos acertada que otras veces de Alberta Ferretti pero siempre osada, fueron la pareja más alocada. Almodóvar, total black, también la mirada tras sus sempiternas gafas.