Náuseas seguidas de vómitos y diarrea abundante son los síntomas característicos de la gastroenteritis, una inflamación digestiva intestinal muy ligada al período estival. Se trata de una dolencia que no reviste gravedad, pero que resulta altamente molesta. El hecho de que se presente en mayor medida en fechas veraniegas viene dado por los cambios de hábitos de la población y con ellos la posible ingesta de agua no potable y alimentos en condiciones no óptimas para su consumo.

«La mayor concentración de gastroenteritis se da por el agua», destaca el especialista en Medicina Interna Alfonso Rodríguez Fidalgo. Por ello, aconseja tener especial precaución a la hora de beber en lugares donde exista una conducción deficiente, como ocurre en numerosos pueblos costeros, países en vías de desarrollo y, por supuesto, en todos los países subdesarrollados.

Además de la conveniencia de no beber agua del grifo en las viviendas o establecimientos de hostelería en los que no se tenga la seguridad de que es potable, el experto también recomienda no añadir hielo a las bebidas, ya que éste se hace con agua del grifo. El internista también aconseja ser precavido con las fuentes, ya que en los días de calor, sea en el campo o la ciudad, se tiende a beber sin pensar que esa agua visiblemente sana y refrescante puede alterar el organismo si no es potable.

Igualmente, ante unos platos tan saludables y veraniegos como las ensaladas, el médico sugiere estar alerta y evitarlas si sus ingredientes no han sido desinfectados o el establecimiento no reúne garantías de salubridad.

Las frutas, por su parte, tampoco se deben tomar si han sido lavadas con agua del grifo de dudosas condiciones higiénicas.

Aunque el agua es el enemigo número uno de la gastroenteritis, también lo es la falta de seguridad alimentaria. En este sentido, Rodríguez Fidalgo destaca la importancia de no alterar el binomio temperatura-tiempo de los alimentos que se elaboran en casa, «que es donde se produce la mayoría de las gastroenteritis», asegura.

«Si bien los profesionales de la hostelería están muy concienciados de la necesidad de refrigerar las comidas una vez elaboradas por la estricta normativa que existe, en casa pasamos por alto este aspecto y debemos actuar de la misma forma. Una vez que se cocinen los alimentos hay un plazo de dos horas aproximadamente para consumirlos o refrigerarlos; transcurrido este tiempo, la temperatura ambiente facilita su alteración», asegura el experto.

Precauciones

Además de lavarse la manos después de ir al baño y antes de cocinar, proteger los alimentos de las moscas y tapar los cubos de la basura, no lavar la cáscara de los huevos para que no penetre la suciedad en su interior al ser porosa, Rodríguez Fidalgo recomienda prestar especial atención a aquellos alimentos que lleven huevo, natas y cremas: «Con ellos hay que ser más exquisitos en mantener ese binomio de tiempo y temperatura del que hablamos».

Como el riesgo cero no existe a pesar de seguir a rajatabla todos los controles, la gastroenteritis puede hacer su aparición. En este caso, el problema más acuciante es evitar una posible deshidratación, especialmente en los niños y ancianos, que es la población más sensible y vulnerable.

Una gastroenteritis que no se manifiesta con fiebre alta es una dolencia pasajera que se subsana en dos o tres días y requiere ser controlada para evitar que se produzca la temida deshidratación.

Por ello, el especialista considera que durante las primeras 16-24 horas de los primeros síntomas, hay que ingerir líquidos y no tomar alimentos sólidos.

Niveles de deshidratación

Si el nivel de deshidratación del organismo es ligero, éste se recupera con sólo tomar abundante agua a pequeños sorbos. Pero si la pérdida de líquidos y sales minerales ha sido grande y da lugar a una deshidratación más aguda, es necesario beber bebidas isotónicas, o un preparado de farmacia al que se le añade agua, o en su defecto un compuesto casero que incluye: un litro de agua, dos cucharadas de azúcar, zumo de un limón, media cucharadita de sal y otra media de bicarbonato.

Cuando la deshidratación es más seria hay que acudir al servicio de urgencias.

Transcurrido un día o dos de la ingesta de líquido «y poco a poco, según lo pida el cuerpo», se pueden tomar alimentos ligeros, como sopa de arroz o zanahoria, yogur, manzana rallada o pescado blanco. Por el contrario, hay que evitar las grasas, leche y lácteos, frutos secos, café y cacao.