El estilo de vida, el tratamiento desde Atención Primaria o un espectro más amplio en el uso de los antidepresivos han llevado, entre otros motivos, a que estos fármacos hayan triplicado su consumo en la última década.

Según explica Santiago Cuéllar, Responsable del Departamento de Acción Profesional del Consejo General de Colegios Farmacéuticos (CGCF), con la elección del antidepresivo se busca la seguridad más que la eficacia dado que si se realiza bien el tratamiento, éste tiene respuesta en entre el 60% y 80% de los pacientes.

Según destaca Cuéllar, los últimos datos presentados por la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios sobre el consumo de antidepresivos en España muestran que en el periodo comprendido entre el año 2000 y el 2013 se ha triplicado el uso de estos fármacos. El farmacéutico apunta a varios aspectos importantes que ayudarían a explicar tales datos:

* El estilo de vida actual fomenta los trastornos en el estado de ánimo ya sea por el estrés o la agresividad presente en el día a día son más frecuentes estas alteraciones, se diagnostican más y se tratan más.

* Además, son patologías que han pasado a atenderse en Atención Primaria frente a hace unas décadas que se diagnosticaban y trataban a través de las consultas psiquiatría.

* Por último, en la actualidad los antidepresivos se emplean con otras indicaciones como ansiedad, dolor neuropático o incontinencia urinaria infantil. Esto supone que se amplía su espectro de uso y se receta un mayor número de fármacos.

La principal hipótesis sobre la fisiopatología de la depresión implica un déficit en neurotransmisores como serotonina y noradrenalina pero aún se desconoce la compleja bioquímica de la depresión y si esto es causa o consecuencia, lo poco que se sabe sobre ella se ha descubierto a través del uso de los fármacos que modulan el estado de ánimo.

Dada la tendencia al alza de los trastornos del estado de ánimo, para la salud pública y la terapéutica los antidepresivos tienen una extraordinaria relevancia. "Por ello se estudian nuevas dianas terapéuticas para diversificar las opciones existentes, mejorar el perfil de seguridad de estos fármacos y reducir el periodo de latencia hasta que muestran resultados", apunta Cuéllar.

¿Qué clases de antidepresivos existen?

El farmacéutico expone las características de los siguientes grupos de medicamentos antidepresivos:

Tricíclicos: son los primeros que aparecieron, los denominados antidepresivos de primera generación, y se usan hoy pero ya menos. Tienen una buena tasa de respuesta y el periodo de latencia, el tiempo que pasa hasta que hace efecto, es de 6 semanas. El riesgo de que el paciente deje el tratamiento está en este largo periodo hasta que hacen su efecto y en los efectos adversos que se pueden presentar como boca seca, taquicardia o retención urinaria, sobre todo en varones mayores. Sin embargo, se pueden considerar tan buenos como los nuevos.

Inhibidores selectivos de la recaptación de neurotransmisores: los más conocidos son los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS), los primeros que aparecieron y cuyo más conocido exponente es la fluoxetina (Prozac). Presentan una buena respuesta y si bien el tratamiento es parecido tiene distintos efectos adversos, sobre todo digestivos, como náuseas, diarrea o estreñimiento, pero no graves. El periodo de latencia es menor, de 2 a 4 semanas.

IMAO: siglas de inhibidores de la monoamino oxidasa. Son muy antiguos y se usan poco en la actualidad aunque se mantienen por motivos históricos aunque su uso sea marginal. Es el caso de la moclobemida. Presentan problemas de reacciones peligrosas por la interacción con alimentos como el queso o el vino (chianti) con valores elevados de tiramina. Su margen terapéutico es estrecho.

Otros antidepresivos: presentan diversos mecanismos de acción, este grupo constituye un cajón desastre en el que se encuentran fármacos como la duloxetina, agomelatina o la venlafaxina. Tienen mecanismos de acción diferentes pero no son más eficaces ni presentan menos efectos secundarios. Suelen referirse a ellos como antidepresivos atípicos pero en realidad no son ni novedosos ni mejores que los más utilizados.

Efectos asociados a género y edad

Cuéllar apunta que lo más importante para que un antidepresivo sea eficaz es que el diagnóstico sea el acertado, descubrir el origen y las características de la depresión y que se tengan en cuenta edad, sexo y características fisiopatológicas del paciente.

Si no funcionan en la primera opción, la existencia de distintos mecanismos de acción con otros principios activos garantizan que otros tratamientos sí puedan funcionar al ser combinados o asociados a psicoterapia. "Los últimos ensayos muestran que la eficacia mayor se logra con la combinación de fármacos con psicoterapia en comparación con estas dos opciones por separado", apunta Cuéllar.

La mayoría de antidepresivos tienen una eficacia parecida y depende de las características del paciente elegir uno u otro. En el caso de los antidepresivos tricíclicos pueden tener efectos anticolinérgicos, lo que puede llevar a que se produzcan taquicardias, algo a evitar en el caso de los mayores en los que el funcionamiento cardíaco puede estar más deteriorado.

En el caso de los hombres, en los mayores de 40 años suelen existir más problemas de hiperplasia benigna de próstata que ocasionan retención de orina y que pueden agravarse con antidepresivos tricíclicos que pueden dar lugar a este tipo de efectos secundarios. Por estos motivos suelen ser más empleados los antidepresivos que inhiben la recaptación de neurotransmisores y aquellos que funcionan mediante otros mecanismos.