La esperanza de vida ha aumentado. Las personas viven cada vez más años pero conforme avanza la edad aumentan también las enfermedades, siendo una de las más frecuentes entre la población anciana la demencia. No obstante, hay un segmento de personas que la padecen antes de los 65 años. Se conoce entonces como 'demencia precoz'. Es menos frecuente que la de inicio tardío (a partir de los 65). Hay pocos estudios sobre esto, pero la prevalencia de demencia precoz entre los 45 y los 65 años es de 60-70 casos por 100.000 habitantes.

"La prevalencia de demencia en mayores de 90 es de un 30 o 40%. Mientras que entre los que tienen 65 y 70 años esa prevalencia ronda el 2%. Entonces se va incrementando a partir de los 65 hasta que se convierte en un problema muy frecuente en edades avanzadas, siendo la causa más frecuente el Alzheimer", explica a Infosalus Lorenzo Morlán, jefe de Servicio de Neurología del Hospital Universitario de Getafe (Madrid).

Según describe, la demencia es un síndrome en el que hay un deterioro cognitivo que se manifiesta por la afectación de dos o más áreas cognitivas que tienen curso progresivo. "Se constata además que cambia la vida de la persona de forma permanente y referida por un observador, además de por test neuropsicológicos", apostilla.

Entre las áreas cognitivas se encuentran por ejemplo: la memoria o función ejecutiva para razonar, tomar decisiones, y hacer una vida activa de forma secuencial y ordenada; la habilidad para hacer actos motores complejos que se aprenden en la vida; la capacidad para el reconocimiento de estímulos sensoriales; el área conductual; o el lenguaje.

El experto sostiene que la demencia precoz puede tener un inicio brusco por un ictus, ya que supone un cambio a la situación previa de la función cerebral normal. Eso sí, Morlán subraya que siempre debe quedar documentado que se trata de un cambio permanente y que tiene intensidad suficiente como para repercutir en la vida diaria de la persona, en sus funciones complejas, como en sus asuntos financieros, por ejemplo, o en el control de la medicación, o en funciones más sencillas como el baño o el aseo.

Asimismo, indica que puede haber demencia precoz por distintas causas: la enfermedad de Alzheimer, pero también la vascular o la frontotemporal (un grupo de enfermedades que causan degeneración de los lóbulos temporales y frontales); también existe la demencia asociada al alcoholismo; a las enfermedades infecciosas; o como secuela de la encefalitis o la meningitis.

En este sentido, el jefe del servicio de Neurología del Hospital Universitario Getafe (Madrid) lamenta que, "hoy por hoy", al tratarse de un proceso degenerativo, en general no hay un tratamiento que solucione el deterioro del estado del paciente, salvo para algunas demencias que pueden considerarse tratables, como una demencia secundaria a un tumor cerebral, que quitándose el tumor puede mejorar el estado del paciente, o por ejemplo, por una demencia como efecto secundario tras una hidrocefalia, que tras tratarla mejora.

Mantener activo el cerebro y hacer ejercicio

"Sí que hay tratamientos que pueden mejorar aspectos cognitivos y conductuales de la persona, como síntomas depresivos o la ansiedad, por ejemplo, que tras tratarlos pueden permitir una mejora en la calidad de vida del paciente. Eso sí, no van a actuar para impedir el avance del proceso degenerativo del paciente", indica. Por ejemplo, cita algunos tratamientos cuyo objetivo es la estimulación del cerebro, que esté activado y siga trabajando, de forma que las neuronas estén estimuladas y se mantengan en función lo máximo posible.

A su vez, apunta a tratamientos de estimulación física ya que, según defiende el experto, el ejercicio mejora y previene la demencia. "Es importante mantener la actividad física porque puede enlentecerse por un tiempo la evolución de la demencia, especialmente en el Alzheimer, y mejora calidad de vida del paciente y de la familia", subraya el experto del Hospital Universitario de Getafe.

Entre los factores de riesgo, el especialista subraya que existe una carga genética en la demencia precoz, más que en la tardía (más allá de los 65 años). Asimismo, apunta a factores de riesgo vascular, hipertensión, diabetes, hipercolesterolemia, la obesidad, el sedentarismo (hay estudios que dicen que quien hace ejercicio a lo largo de su vida tiene menor probabilidad de padecer demencia).

Consejos para prevenir la demencia precoz

En este punto, el experto recomienda una serie de medidas para prevenir la demencia precoz:

  • Mantener una actividad intelectual puede retrasar la aparición de la demencia, y además que ésta aparezca con una intensidad menor que una persona que a lo largo de su vida no ha mantenido una actividad intelectual.
  • El ejercicio.
  • La dieta mediterránea se comporta como "protectora para la demencia", ya que por ejemplo es rica en ácidos grasos omega 3, que pueden favorecer la acción antiinflamatoria cerebral y la enfermedad vascular cerebral.
  • Evitar el consumo crónico de psicofármacos, las benzodiacepinas, y de sustancias como el alcohol y el tabaco.