En los últimos tiempos, la grasa de palma se ha convertido en el peor de los enemigos de la dieta saludable. Países como Francia han prohibido la comercialización de productos que utilizan esta grasa en su composición. Sin embargo, y en contra de la creencia generalizada, la de palma no es, con mucho, la grasa que más daño puede hacer a la salud de nuestras arterias y nuestro corazón, según fuentes de Hospitales Nisa.

La importancia de un consumo responsable de grasas, así como consejos sobre cómo distinguir los efectos negativos de unas y otras y saber identificarlos en los distintos alimentos centró la jornada celebrada recientemente en el Hospital Vithas Nisa 9 de Octubre. Estuvo organizada por la Fundación Vithas Nisa y la Fundación Vicente Tormo en el marco de un programa de concienciación sobre la prevención cardiovascular.

El ser humano necesita grasa para vivir. No en vano, la leche materna, el alimento natural por excelencia, es muy rico en grasas. El ácido graso palmítico, presente en un alto porcentaje en la grasa de palma, es un componente importante de esta leche pensada exclusivamente para el desarrollo y crecimiento de los bebés humanos.

El principal problema de las grasas surge del daño que pueden infringir en las paredes del corazón y de las arterias, depositándose en forma de placas (de ateroma) y dando lugar a una subida de LDL (colesterol malo). "Las grasas saturadas, entre las cuales se encuentra la grasa de palma, pero también todas las de origen animal como la mantequilla o la presente en las carnes rojas, son las culpables de este incremento de colesterol malo, que dispara de forma alarmante el riesgo de sufrir un infarto o un ictus", asegura la Dra. Emilia Tormo, presidenta de la Fundación Vicente Tormo.

Reducir el riesgo de infarto y de ictus. Sin embargo, para reducir el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular grave no sólo es necesario bajar el colesterol malo; es imprescindible también subir el bueno (HDL). "El HDL ejerce una labor de limpieza de las arterias fundamental para preservar su salud; el ejercicio físico es imprescindible para subirlo", asegura la Dra. Tormo. Un nivel óptimo de HDL daría como resultado niveles por debajo de 3,5 al dividir la cifra total de colesterol entre la de HDL. En este sentido, hay que apuntar que la grasa de palma no tiene un efecto nocivo en el colesterol bueno, mientras que otras grasas -especialmente las grasas trans- sí lo tienen.

Grasas trasns, peores que la grasa de palma. Pese a la campaña en contra que hoy soporta la grasa de palma, lo cierto es que hay grasas infinitamente más peligrosas y que aumentan de forma alarmante el riesgo de sufrir infarto o ictus. "Además de subir el colesterol malo, cosa que ya sabemos que hace la grasa de palma, las grasas trans tienen un doble efecto nocivo: disminuyen el colesterol bueno". Así pues, son las grasas trans las que conviene evitar a toda costa. En algunos países, como Noruega o Suecia, su utilización en alimentos procesados está marcada con colores fluorescentes en el etiquetado para alertar a la sociedad del peligro que supone su consumo.

Las grasas trans están especialmente presentes en productos procesados. Escasamente presentes de forma natural en la alimentación, las grasas trans utilizan ácidos grasos saturados, que se manipulan en orden a obtener grasas que se tardan más en enranciar, soportan mejor altas temperaturas y, en general, conservan mejor los alimentos. Además, resultan sensiblemente más baratas que las grasas saturadas animales, que , aunque también saturadas, están presentes en la cadena alimentaria de forma natural y no afectan al colesterol bueno.

En las etiquetas de productos alimentarios, las grasas trans son fácilmente reconocibles como "grasas hidrogenadas" o "parcialmente hidrogenadas".